Comentarios
Sabéis de sobra que don Cecilio no es, precisamente, santo de mi devoción. Sin embargo, en honor a la verdad, hay que admitir que en esta ocasión y como se suele decir ahora, el afamado director "se lo curró" bastante bien. Y ello no gracias al guión, precisamente, ya que resulta muy predecible y todos sus lances están "cantados" antes de que se produzcan. Pero en la película tenemos una planificación más que correcta, unos escenarios excelentes y, sobre todo, unas buenas interpretaciones. En este último punto, pensamos que tal vez se podría haber sacado más jugo del personaje de Rodríguez, el amo de la cantina, y de la esposa del príncipe Talat-Noi, pero de cualquier forma el resultado final de la cinta es convincente.
Ya sabéis de la afición de De Mille a añadir pasajes bíblicos en sus películas. Aquí, apenas abusa de los retratos históricos y se limita a ofrecernos una secuencia con la pareja protagonista viajando en alfombra mágica mientras recitan versitos almibarados. También vemos un remedo de las márgenes del río Ganges, que huele a piscina dentro del estudio. Pero todo sin excesos, dando paso al conflicto interno de cada personaje.
Conrad Nagel, como siempre, está sobrio y elegante, en un papel donde era fácil darse al desmadre. Dorothy Dalton, la Poll de la cantina, es una mujer que pasa de todo y que, sin embargo, muestra un corazón abierto al amor más sincero. Su interpretación es convincente. Y De Mille incluso se permite añadir una secuencia entre cocodrilos sin que se nos muestre sangre, por supuesto.
Venga, daos un paseo por esta novedad porque valdrá vuestro esfuerzo.
(Eddie Constanti)
