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Película de grandes sacrificios y de miserias carcelarias, dirigida por Fritz Magnussen e interpretada por Olaf Fönss. El tema no es nuevo: el falso culpable. Muchos años después, Hitchcock lo llevaría a la pantalla con Henry Fonda como protagonista. Se trata de dar una visión dura y descarnada de las penurias de los presos condenados a trabajos forzados, pero al margen de las angustias vitales del señor Fönss, que se pasa media película clamando al cielo y orando en silencio (recordemos que es un silente y perdonad la broma), tampoco es nada del otro mundo. Eso sí, muere un preso negro llamado John por los sufrimientos de andar cargando piedras en la cantera.
La película se puede ver. La copia tiene virados y lo único que se echa en falta es más presencia femenina. La prometida de Fönss se va a Europa, sin saber que su enamorado es encarcelado. Al menos al final podían haber dedicado diez segundos para ver el abrazo definitivo en el reencuentro de la pareja. Pero no, resulta que la joven ha ido a visitar a su tía "pero volverá mañana". Vaya por Dios.
(Eddie Constanti)