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Restaurada en toda su integridad (veintitrés minutos más), tiene varias secuencias añadidas (especialmente sin texto), se ha cambiado la velocidad de fotogramas por segundo y la calidad de imagen es excelente.
El guión, adaptado por el mismo Sjostrom, entre otros, proviene de una obra rusa con ese título. Para su producción, la Metro reunió a cuatro "pesos fuertes" (Sjostrom, Chaney, Gilbert y Shearer) y el resultado es este magnífico retablo de pasiones humanas que podemos disfrutar. Sjostrom, por su parte, aplicó todas las esencias de su bienhacer "europeo" y en este aspecto se advierte su toque en los finísimos entrelazados de secuencias y en imágenes poéticas dispuestas como al azar (la chistera en una silla, el campesino imitando a un cuco, etcétera).
Ni que decir tiene que Chaney se encuentra a sus anchas en el papel de ese payaso que debe reír y hacer reír, a pesar de sus muchas penas. Lejos de sus habituales interpretaciones de lisiados y tullidos, su máscara empolvada es capaz de transmitirnos todo el dolor que alberga su alma. Las escenas de las bofetadas de sus compañeros son especialmente dolorosas en este sentido. Norma Shearer aporta su indudable encanto, casi volátil, y John Gilbert, aunque tiene un papel que no le permite mucho lucimiento, cumple a la perfección.
Drama, tragedia, romance, todos los elementos se unen para configurar una obra que nos parece redonda en cualquier sentido. Las escenas del circo están bien resueltas, el crescendo hacia la secuencia cumbre del león está escalonado perfectamente y ese interludio pastoral con la pareja joven casi se presenta como un descanso en la historia del payaso torturado por la vida y las personas. Se hace llamar El (que recibe las bofetadas) y de este modo, irónicamente, acepta el destino que le cupo en suerte al perderlo todo.