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La película está en línea con las expectativas de su época: en los años veinte y treinta las autoridades soviéticas lucharon contra la religión más que nunca. El clero ortodoxo fue perseguido, hubo arrestos masivos y ejecuciones, mientras que muchas iglesias fueron destruidas o convertidas en museos antirreligiosos. Aunque no existía una ley contra el culto privado, las autoridades habían lanzado una campaña antirreligiosa masiva a favor de una perspectiva científico-materialista. Es significativo que desde la censura (como han señalado muchos historiadores), se criticara a Mardzanov por su excesiva simpatía ante la tragedia del cardenal de la historia: por lo tanto, muchas tomas descartadas deberían haber tenido como objetivo suavizar esta impresión y adaptar la película a la tan llamada "demanda social" (socialnyj zakaz), que no parece haber sido del todo comprendida por el director. Y lo que es más significativo, a pesar de la intervención de la censura, la prensa soviética criticó la película por ser demasiado comprensiva con Montanelli y por mostrar un patetismo antirreligioso insuficiente. Sin embargo, no cabe duda de la simplificación de la novela desde un punto de vista ateo, a juzgar por los fotogramas y los intertítulos salvados de la censura.
Kote (contracción de Konstantine) Marjanishvili, fue ante todo un exitoso director de teatro muy apreciado por Konstantin Stanislavsky. Llevó a las tablas a Wilde y a Ibsen; también a Hamsun y a Eurípides, entre otros. Su aporte a las artes rusas le mereció un sello postal y el premio en las Olimpíadas de Arte Dramático de Moscú, 1930.