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The Last Warning, fue la última película rodada por el director de origen alemán Paul Leni, que anteriormente había rodado otras 15, antes de que le llegase su prematura muerte a causa de una enfermedad en la sangre. Este director fue traído por la propia Universal Pictures desde su país natal. En 1929, antes de su fatal desenlace, nos obsequiaba con The Last Warning, un film que trata de unos asesinatos que se comenten en un teatro mientras están ensayando una obra. Es una adaptación por parte de Leni de una comedia de suspense, algo que ya se había hecho anteriormente dentro del cine mudo, pero esta tenía la peculiaridad que se le habían añadido en post-producción efectos sonoros e incluso algunos diálogos se sincronizaron. Aunque la crítica de la época la recibió con bastante indiferencia, las aptitudes del director germano, el ingenuo visual y macabro que incluía una escena en la que la fachada del teatro se transforma en una cara con una gigantesca mueca, fue digna de elogio.
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Concluyendo a la vez la carrera de Paul Leni y una etapa de divertimentos policíacos y terroríficos muy en boga en los últimos años del mudo, este ejercicio de estilo prueba a qué grado de sofisticación formal había llegado el cine en vísperas del sonoro. En el plano argumental, se trata de un "whodunit" clásico (intriga policíaca basada en la revelación última del culpable) de múltiples personajes descritos con mucho humor y un relieve superficial, ambientado en un lugar cerrado propicio para todos los virtuosismos. Era el mismo decorado donde fue rodado El fantasma de la Ópera de Rupert Julian (1925). En el plano visual, la camara, en manos del maestro Hal Mohr (quien trabajó con Curtiz y Fejos) se desliza por todas partes, bajo el telón del escenario, por entre los huecos del decorado, etc... En los planos subjetivos, se divierte reproduciendo la visión de una anciana con la cara cubierta de una tela de araña, o aquella del "fantasma" balanceándose en una soga. Poco importa que la intriga nos deje fríos como el mármol. Lo esencial es que la mayor parte de los planos suscitan todavía hoy extrañeza y admiración a causa de su brío. Una vez más antes de la llegada de la palabra, restituyen la paradójica magia del silencio pleno de trampillas y de trampas, de pasajes secretos, de esquinas de sombra donde se puede ver sin ser visto, de decorados surgidos de la nada o súbitamente desvanecidos.
N.B. Existe una versión hablada, muy desmañada según los críticos de la época, comprendiendo 25 minutos de diálogos sobre los 87 que dura el film.
Remake: The House of Fear (Joe May, 1939)
Jacques Lourcelles
