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La única comedia dirigida por Sjöström que ha llegado hasta nosotros.
Acostumbrados a esas majestuosas sagas del maestro sueco Victor Sjostrom, encabezadas por "Korkarlen", nos puede sorprender la visión de esta película que, en apariencia, tiene un tono mucho más ligero y, sin embargo, no exento de puntos de interés. Diríamos que "Hans nads testamente" podría emparejarse con "Amor y periodismo" por su guión y su aire de comedia sin pretensiones. Pero profundicemos en su contenido.
Se trata de la primera obra de Hjalmar Bergman que Sjostrom adaptó al cine (lo haría tres veces más). La trama nos presenta a un noble lleno de manías que debe pensar en redactar sus últimas voluntades y no se le ocurre nada mejor que arreglárselas para chinchar a su hermana, que espera y confía en que deje la herencia a sus dos hijos. ¿Que hace? Legarlo todo a una joven que parece ser su hija natural (este punto no queda demasiado claro) y que vive con él en su suntuosa mansión. Pero con lo que este personaje no cuenta es con la aparición de Cupido, que da al traste con su malévola maniobra.
Para empezar, Sjostrom nos presenta un estudio peculiar de las relaciones entre criados y señores; el reino de unos está en la cocina y dependencias inferiores; el del señor, de las escaleras hacia arriba (algo que se diseccionó admirablemente en la célebre serie británica "Arriba y abajo"). Magnífica resulta, en este aspecto, la relación entre el mayordomo principal y el noble, llena de toques humorísticos y, al mismo tiempo, de una crítica más que notable haacia las clases mal llamadas "altas".
Veamos luego esta presentación de todos los personajes en las secuencias iniciales, muy cercanas al estilo stroheimniano: se nos explica, sin apenas palabras, de qué pie calza cada uno, sin adornos musicales, sólo con imágenes. Otra vez el producto de un estudio profundo de caracteres. El toque Lubitsch también ronda por toda la película: pasillos, puertas que se abren y cierran, ironía punzante de los intertítulos... No vamos a insinuar si éste copió a aquél o viceversa. El filme de Sjostrom data de 1919; que cada cual haga sus cálculos y llegue a conclusiones... o no.
Película ágil, bien escenificada y muy divertida. Y una sorpresa relativa, repetimos, para quien tenga catalogado a Sjostrom como un autor de dramas compactos. Vais a pasar setenta minutos con la sonrisa en los labios.