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Mauritz Stiller, nacido en Helsinki en 1883, en el seno de una familia judía, a los cuatro años su madre se suició y fue a vivir con unos parientes. Desde muy niño demostró contar con extraordinarias habilidades y con una inteligencia privilegiada. Era capaz de hablar en varias lenguas distintas, cantaba, tocaba el violín y recitaba textos de Shakespeare y de Molière. En el mismo Helsinki ya actuaba en pequeñas obras de aficionado y cuando fue llamado a filas para incorporarse al ejército de Nicolás II se exilió, pasando a residir en Suecia.
En 1912 ya se introdujo en la naciente industria cinematográfica sueca y realizó guiones y algunos cortometrajes. Su relación con Victor Sjostrom se cimentó en esa misma época. Con el tiempo, habrían de ser los dos directores más importantes de su país. Su primer largometraje, "Vingarne", utilizaba la obra "Mikaël" que luego también trasladaría Dreyer a la pantalla y fue tal vez la primera película que abordaba el tema de la homosexualidad. Se le conoce como el descubridor de Greta Gustafsson (Garbo) y cuando Louis B. Mayer le llamó desde Hollywood, para probar fortuna en Estados Unidos, se llevó consigo a Greta, con quien mantenía una relación sentimental, aunque de todos era sabido que él era homosexual.
Ni Stiller ni Garbo tuvieron éxito en sus comienzos hollywoodienses. Ella despegó más tarde y él tuvo que cambiar de productora (la Metro) por sus continuas exigencias económicas. Recaló en la Famous- Players pero sus diferencias con los directivos se siguieron sucediendo hasta que, rodadas tres películas, decidió regresar a Suecia, donde ya no volvería a dirigir. Moría de una pleuresía a los 45 años de edad.
El cine de este gigante de la cinematografía se basaba en su escritura elegante y en su habilidad para dirigir actores. Probó en todos los temas, desde la comedia hasta el drama épico, y siempre con fortuna. Dirigió a grandes intérpretes como Lars Hanson y Pola Negri. Fracasó en la meca del cine por ser un estilista demasiado caprichoso con sus deseos en un mundo donde, por el contrario, primaba la producción funcional y asegurar la taquilla. Desde aquí vamos a descubriros sus muchas virtudes, siempre con la esperanza de ilustrar divirtiendo.
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Una de las películas de Stiller donde se hace más hincapié en la escenificación teatral es esta "Hamnaren" (El vengador), en la que flota durante todo su mensaje una crítica clara al antisemitismo, centrada principalmente en el personaje del padre, que con su actitud logra hacerse insoportable, tanto que la escena final, con su desaparición, nos parece poco castigo para lo que él merecería.
Con abundancia de secuencias de interior y de momentos en que el dramatismo alcanza niveles que ponen a prueba nuestra resistencia como espectadores, Stiller parece recrearse en este pozo de incomprensión y de callejones sin salida que plantea la trama. Una película, pues, para espíritus inmunes a los grandes dramas de la literatura y las obras escénicas nórdicas.