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Friedrich Ermler (1898-1967) sigue siendo una de las figuras sombrías del primer cine soviético, conocido en todo caso por su parábola psicológica "Fragmento de un imperio". Pero fue un nombre importante entre los cineastas de Leningrado de las décadas de 1920 y 1930, cuyas simpatías estaban más cerca de la juventud y el realismo que de los monumentales frescos de los "maestros" de Moscú.
"El zapatero parisino" no se puede esconder de miradas inquisitivas y chismes en un pequeño pueblo de provincias. La película aborda un tema controvertido de frente: la explotación sexual de las mujeres por parte de activistas del partido en nombre del "amor libre". Katya, la joven trabajadora miembro de la Liga Comunista y Andrei no esconden su amor. De repente, las esperanzas radiantes de Katya se rompen en pedazos: Andrei está indignado al escuchar la noticia de que Katya espera un bebé. No quiere "cambiar pañales", esta "vida trivial" interferirá con sus planes de "construir un futuro brillante". Katya se hace amiga de un zapatero que, como mucho, sabe qué es ser un paria social.
El estilo sobrio e intransigente de Ermler revela hasta qué punto el realismo ya estaba en su agenda antes de convertirse en un eslogan represivo a mediados de los años treinta. Como es habitual en Ermler, la película no trata sólo de un problema, sino también de la vida cotidiana.