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Entusiasmo. Sinfonía del Donbass


General

Titulo original: Entuziazm: Simfoniya Donbassa
Nacionalidad: Unión Soviética
Año de producción: 1931
Género: Documental

Otras personas

Director: Dziga Vertov
Escritor: Dziga Vertov
Productor/Estudio: Ukrainfilm
Compositor: Dimitri Shostakovich; Nikolai Timofeyev; Dziga Vertov
Fotografia: Boris Cejtlin

Funcionalidades

Duración: 66
Pistas de idioma: Ruso
Idiomas de los subtítulos: Castellano
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: BD
Soporte: x264
Tipo archivo: MKV
Calidad imagen: Muy buena
Peso: 1,4 Gb

Sinopsis

Para su primer filme sonoro, Vertov tenía un propósito radical: explorar el sonido directo y sus posibilidades expresivas como nadie lo había hecho. Entuziazm es una obra única en la que los sonidos (en particular los industriales) dialogan con voces y músicas.

Los sonidos y las imágenes del trabajo del proletariado se sincronizan y afinan para crear una sinfonía de la revolución bolchevique en el Donbass.

Comentarios

Algunos ven "Entuziazm" de Vertov como una obra maestra. Muchos otros la consideran un fracaso. Creo que incluso como un fracaso, la película es un gran experimento, uno de los más grandes de la historia del cine. Fue la primera película parcialmente sonora de Vertov, quien intentó, con la banda sonora, hacer lo imposible. En "El hombre con la cámara", ésta había sido el actor principal (quizá el único actor) y la película se construía frente a los ojos de los espectadores. Aquí, el sonido era el único actor, controlando un contrapunto loco de ballets sobre temas industriales, infraestructuras de radios y ferrocarriles, reuniones políticas, grandes manifestaciones, explotación de carbón, siderurgia, koljós con tractores, etcétera; y todo esto combinándose a la perfección lo uno en lo otro, convirtiéndose en los avatares de una realidad única. Y como símbolo de la supremacía del sonido, el poder de la radio.

Esta película es una demostración perfecta de la vieja cultura (religión y alcohol); en este punto, Vertov era el vanguardista más ortodoxo), reemplazada por una nueva cultura, donde el arte (por supuesto constructivista) estaba siendo generado por toda la nueva sociedad: políticas, infraestructuras, industrias, agricultura y, sobre todo, entusiasmo estalinista. Una gran diferencia con la realidad actual, que también requirió un trabajo forzoso: represiones (incluso de uno de los líderes políticos de la época, mostrado en la película en una manifestación, Stanislav Kosian, el infame organizador de la hambruna ucraniana en los años treinta, ya que él mismo se convertiría en víctima de las purgas estalinistas en 1939).

Carloss James Chamberlin tiene razón: Vertov creía en su propia realidad, a partir de su montaje fílmico, siempre mirando a través de su cámara y sus tiras de película. Pero así va la historia con las vanguardias del cine: todos, Eisenstein y Vertov entre otros (y también Riefenstahl, por cierto, hay que señalarlo) estaban políticamente muy comprometidos, para bien o para mal. Y como una ironía de la historia, esta película ultracomunista tampoco fue aceptada por los funcionarios soviéticos: la época del realismo socialista estaba comenzando y el arte constructivista se había vuelto demasiado formal, demasiado decadente y definitivamente demasiado insalubre; en una palabra, demasiado burgués. Sic transit gloria mundi.