Comentarios
Si habéis leído la novela o conocéis el tema, ya sabéis qué os espera: un drama decimonónico de tomo y lomo, debido a la insigne pluma de Honorato de Balzac, que cuando decidía retorcer a sus personajes, no tenía nada que envidiar a Dickens, por ejemplo. Estudio casi microscópico de una obsesión por el oro hasta extremos patológicos, el personaje de Grandet, tan lleno de matices y de rasgos controvertidos, necesitaba de una interpretación ajustada, algo que Ralph Lewis consigue durante todo el metraje. Desde la primera escena de su aparición, logra que le odiemos con saña.
La ambientación, casi mayoritariamente en casa de Grandet, ayuda a crear esa asfixia claustrofóbica de la que peor paradas salen son la esposa y la hija, una preciosa Alice Terry, que sufren los desvaríos del monstruo avariento. La nota de humor (si puede llamarse así), la incorporan ese par de secundarios que pasan año tras año esperando y compitiendo por la mano de Eugenia. Y en honor a la verdad, debemos admitir que Valentino, aunque el suyo no sea un papel principal, está mucho más sobrio que algunos de sus excesos posteriores.
Bien dirigida por Rex Ingram, que no deja que la morosidad nos ataque en ningún momento, tiene escenas tan impactantes como las visiones de Grandet hacia el final y, en su aspecto negativo, destaquemos el breve episodio de "las Indias", a todas luces rodado en estudio. La partitura de piano, excelente, se compuso para esta restauración.
Así que preparaos para sufrir hora y media (o gozar sufriendo, que hay quien se paladea con ello) y las damas para poner los ojos en blanco ante las cejas depiladas de Rodolfo (al menos, antes esto pasaba).
La copia está restaurada, aunque conserva algunos defectillos (rayitas, "moscas") que por lo visto proceden del negativo usado para la restauración. De cualquier forma, la imagen es muy nítida.