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Originalmente había de ser un corto de dos bobinas, pero se terminó alargando casi hasta los treinta minutos. Es, por tanto, un esfuerzo más ambicioso dentro del trabajo de la Keystone en esa época. La película presenta a Fatty interpretando a un hombre maltratado constantemente por su demoníaca suegra. Después de haber conseguido algo de valor gracias al alcohol, finalmente logra poner a la suegra en su lugar, pero cuando se va tiene un encuentro inocente con una mujer (Louise Fazenda) y esto no le sienta muy bien al marido de ésta (Edgar Kennedy).
Algunas de las escenas del corto se alargan y no son divertidas, pero cada vez que se gesta un gag correcto, generalmente es muy eficaz. Hay algunos aspectos destacados dispersos a lo largo del metraje, pero uno de los mejores sería sin duda la secuencia donde Fatty se emborracha y comienza a destruir la casa, antes de tomarla con la suegra. Estas escenas son muy divertidas, debido a lo fuera de sí que vemos a Fatty. Otra parte jocosa transcurre hacia el final del corto, cuando Arbuckle se esconde en una ducha y el esposo celoso abre el agua caliente. No hace falta decir que Arbuckle hace un buen trabajo, como también todos los secundarios. Los fanáticos del slapstick silente ciertamente disfrutarán con esta película.