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Garvin era alta y Byron bajita. Se las quiso presentar como una versión femenina de Laurel y Hardy, pero la química entre ellas no funcionó como se esperaba. A partir del sonoro, cada una fue por su lado teniendo más o menos suerte en sus carreras. Acompañaron a la ya citada pareja (Laurel y Hardy), a Charley Chase y a Edgar Kennedy en algunos cortos. Aquí las veremos junto a Max Davidson.
(Eddie Constanti)
Feed’em and Weep es la primera película de Anita y Marion. Roach las empareja entre ellas y con el cómico judío Max Davidson y con el sempiterno sufridor de las hecatombes provocadas por Laurel y Hardy, el flemático Edgar Kennedy. Encomienda la dirección a Fred L. Guiol, pone al futuro director Georges Stevens a la cámara y encarga la supervisión a Leo McCarey; un equipo curtido en esta clase de empresas.
Se trata de hacer una película de dos rollos –unos veinte minutos- a base de batacazos y estacazos en poco más de un decorado. Tras una breve presentación de la situación –Max debe dar de comer a un centenar de viajantes cuyo tren para apenas media hora junto a su cantina y contrata a dos novatas que quieren ser actrices- la máquina de risas se pone en funcionamiento.
Los viajeros arrollan a Max y las chicas están desbordadas. Marion –cara de luna llena, ojos saltones- pone su mejor voluntad pero no para de causar desastres, mientras Anita la reconviene e intenta mantener las apariencias. El repertorio de tartazos, caídas y demás desastres está garantizado por un decorado con dos puertas batientes. El final es un auténtico duelo a base de filetazos.