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Quizá el personaje de Clara de Beaulieu ofreció [a Pina Menichelli] ideas más ricas para interpretar varias, más difíciles y más sutiles partes. Quizá este personaje le haya dado más "tela para tejer". De lo que no cabe duda es que esta vez la señora Menichelli ha logrado transmitir expresiones aún más exquisitas y bellas que en sus últimas películas. La ardiente pasión de la que sabe sacudirse con sangre, con ardor y vigor es un espectáculo realmente magnífico. Los matices del cambio de humor, la diversidad de los planos psicológicos expresados en sus ojos expresivos, se representan tan sutilmente en la gracia de la feminidad más dulce, como se expresan felizmente en las rebeliones propias de una pantera ofendida.
Creemos que la fascinación que ejerce Menichelli sobre el elemento masculino es, principalmente, una cuestión de esto: de mostrar las garras de una pantera. La aparente perfidia, la malicia externa que es aguda en ese brote femenino feroz, no está en los personajes que más le convienen; en sus personajes, esa cruel máscara de maldad se crea sólo para hacer que el tesoro de la dulzura femenina más dulce, más maravillosa, resida bajo tanta crueldad femenina. Una vez descubierto el hermoso engaño de esta joya pérfida, encerrado en lo siniestro de sus luces, en lugar del veneno temido encontramos una dulce savia, que luego se extiende hasta alcanzar la total fascinación. Pero, ¿es a Pina Menichelli o a Clara de Beaulieu a quien hemos iluminado?