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Carrusel de variedades urdido por el el avispado empresario del cine Doré de Madrid, Arturo Carballo. Las revistas cuyos números reproduce la película son “Arco Iris”, “La feria de las hermosas” y “Las maravillosas”, puestas en escena a todo lujo por Eulogio Velasco, el "Ziegfied español".
El argumento va más o menos así: don Casto Tordesillas (José López Alonso) es un viudo amante de la juerga que se pasa las noches en los teatros de variedades. A Ramón (Ramón Álvarez Escudero "Ramper") le conviene esta vida disoluta porque así puede cortejar a Rosita, hija de Casto (Rosita Rodrigo). El lío se agudiza porque una de las atracciones favoritas de don Casto es... el propio "Ramper". Finalmente los amantes conseguirán que el estricto padre consienta en la relación.
La trama es un sencillo armazón sobre el que colgar las trece intervenciones musicales que incluyen un número titulado "Oh, Catarina", interpretado por la brasileña Eva Stachino, que lleva un sombrero de copa y un maillot con un signo de interrogación en el pecho y la rendición del "Fumadero de opio" de la revista "Las maravillosas", a cargo de María Caballé –nada que ver con doña Montserrat-, con decorado, vestuario y tocados de plumas de indudable estilo orientalista. Completan el elenco Olvido Rodríguez, Luisa Wieden, la pareja compuesta por Miguel Ligero –sempiterno don Hilarión- y la tiple cómica Blanquita Pozas, y doscientas vicetiples… nada menos. Para que no falte de nada, se rueda también una corrida de toros con uno de los diestros de moda, Juan Belmonte, "El pasmo de Triana"
De "Ramper" poco se puede añadir para quienes visitan este sitio. De todos es conocida su carrera como acróbata en compañía de su hermano, su reciclaje en caricato a la muerte de aquél en 1920, su popularidad sin cuento que lo convirtió en estrella del Circo Price, la minibicicleta con la que se presentaba en los escenarios o sus frecuentes tropiezos con los mandamases, ya fueran éstos el dictador Primo de Rivera o el doctor Negrín. Una anécdota, que probablemente apócrifa, asegura que en tiempos del caudillo del Ferrol, salió al escenario con un cochecillo y después de hurgarle un ratito el motor espetó al público: "Soy Franco, ni lo arreglo ni me marcho". Por cierto, esta copia está completa.