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Ripeada por Arupa a partir de un xvid de 852 MiB
- “…El cine de Hollywood no tardó en adquirir soltura con los cambios de punto de vista. (…) The Michigan Kid comienza con una secuencia de montaje de una prospección aurífera en Alaska y después dirige nuestra atención hacia un garito de apuestas. En una mesa está sentado Jim Rowen, al que un intertítulo identifica como dueño del local. Hablando con dos clientes, Jim revela que va a vender su negocio para volver a los Estados Unidos y reunirse con la chica que dejó allí. Mientras Jim hace el equipaje, mira su vieja fotografía de Rose. Esto provoca un flashback que presenta a Jim de niño, jugando con Rose y peleando contra el malvado Frank. El flashback acaba fundiéndose con el punto de vista óptico de Jim respecto a la fotografía de Rose. En ese momento, no obstante, la película amplía su visión narrativa. Se pasa por corte a un cliente del garito. Éste mira su reloj antes de apostárselo. Gracias a otro plano subjetivo, vemos la fotografía de Rose en su reloj. Así sabemos, antes que Jim, que Frank ha reaparecido en su vida. Un camarero lleva el reloj a Jim para que lo tase; nosotros estamos a la espera de si va a reparar o no en la fotografía. En un primer momento no se fija, pero después lo hace. Mientras mira la fotografía, el plano sobreimpresiona su recuerdo de Rose de niña y su fotografía de prensa de la misma. Luego pide al camarero que haga entrar a Frank. Utilizando únicamente dos títulos expositivos, la narración ha presentado los antecedentes esenciales de la historia y se ha desplazado con gran fluidez por varios grados de subjetividad sólo de forma ocasional. Al empezar in media res y dejar que los personajes realizan la exposición, el filme clásico de Hollywood se interna en la subjetividad solo de forma ocasional, algo perfectamente posible para una narración dotada de omnisciencia.
El ejemplo de The Michigan Kid demuestra que la narración clásica hace gala de este tipo de operaciones supresivas abriendo una brecha entre la amplitud de conocimiento omnisciente de la narración y su moderada comunicatividad…” (El Arte Cinematográfico: Una Introducción, de David Bordwell y Kristin Thompson).