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Lo mejor de esta película es que tiene a Houdini interpretando a Haldane, un agente del Tesoro que está invetigando a una red mundial de falsificación. Otro de sus atractivos es que usa muchos extras para escenas de multitudes y tiene una gran cantidad de escenarios diferentes, incluido uno en Londres. Una de las secuencias más interesantes es la de un festival chino... ¡en el barrio chino, por supuesto! El momento más emocionante es cuando Houdini, atado a una rueda de agua, logra escapar. Pero digerir la película constituye un verdadero trabajo: es muy aburrida.
Sobrecargada de intertítulos, la introducción ya tiene innumerables textos que comienzan así: "China, antigua en sabiduría cuando el mundo era joven, madre del misterio y de las artes negras de la nigromancia detrás de su velo amarillo de secreto"... Y así sucesivamente. En este camino farragoso, Haldane se enamora de una damisela bonita pero realmente sosa, en apuros. Con una excepción importante, todos los personajes chinos se describen como astutos, malvados o siniestros. Para variar, los intertítulos, además de innecesarios, son aburridos o fatuos. Ahí va uno: "He seguido al arco iris... y ahora incluso la olla de oro me parece falsificada". ¿Se puede ser más cursi? Pues eso.