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Planificado y dirigido por Lucie Derai, este mediometraje nos impulsa, ante todo, a suspirar por los lugares perdidos y que apenas existen en el baúl de los recuerdos de los más ancianos (si es que aún queda alguno). La torre Eiffel, el arco de Triunfo, la Ópera, el Sacré Coeur, Notre Dame, el Bois... Pero también les Halles, las callejuelas adoquinadas de las afueras, los mercados populares... Y éstos sí que, ¡ay!, han desaparecido.
Testimonio en imágenes de ese mundo hoy olvidado, Derain engarza las imágenes con elegancia y siempre muestra a una bella joven para concluir cada capítulo: la belleza del lugar frente a la bella que nos sonríe. Vedla, casi, con veneración y, si es posible, con un Pernod cerca (ya sabéis, una parte de licor y cinco de agua).
(Eddie Constanti)