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El actor, director y aventurero Florencio Parravicini (1876-1941) ya era una leyenda argentina cuando en 1916 fue convocado por dos de los responsables de Nobleza gaucha para llevar al cine Hasta después de muerta, una obra teatral propia. El resultado es un film muy curioso, en el que conviven dos tonos opuestos: por un lado, el melodrama trágico en un argumento de seducción, sacrificio y abandono; por otro, la comedia de costumbres en una extensa descripción de la vida cotidiana de sus protagonistas. Aún sin el apoyo de su voz, Parravicini compone con eficacia su característico atorrante de buen corazón, personaje que le era propio y que reapareció después en su filmografía sonora. Junto a él se destaca Orfilia Rico, quien protagoniza algunos de los momentos más divertidos del film.
Ningún elemento en 35mm. de este film parece haber sobrevivido hasta nuestros días. Una copia fue conservada durante décadas por el coleccionista Manuel Peña Rodríguez y transferida a fines de los '60 al Fondo Nacional de las Artes. Hacia 1971 el técnico Fernando Vigévano realizó un internegativo en 16mm. a partir de esa copia, que luego fue destruida. Dicho internegativo se conserva actualmente en el Museo del Cine y fue utilizado para realizar la versión que se exhibe. En el laboratorio Cinecolor se ajustó la velocidad, se agregaron virados para las escenas nocturnas y se corrigió el contraste de varios intertítulos que resultaban ilegibles. La música original fue compuesta e interpretada por Fernando Kabusacki y Matías Mango.
Sobre obra teatral de Parravicini (1876-1941), los autores de Nobleza gaucha contaron una tragedia durísima en un largo flashback repleto de momentos y personajes retratados con humor: la muerta que acecha desde el título es una pobre chica seducida y abandonada por un estudiante de medicina vividor al que conoce en la pensión en la que es acogida. El argumento del sacrificio de la chica –que está embarazada cuando el aspirante a médico la deja– abre un espacio, a pesar de su dramatismo, a un retrato costumbrista simpático, con las rutinas de los habitantes de la pensión y la graciosa actuación de Orfilia Rico como su dueña. Según el investigador Andrés Insaurralde, se trata de “uno de los primeros enfoques del cine nacional sobre la clase media urbana”.