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Este largometraje de Michael “Casablanca” Curtiz es el segundo más antiguo que se conserva completo (el más antiguo conservado es Frau Dorothis Bekenntnis). Es una extraña mezcla de melodrama y acción. Según una crítica que he leído, en esta película se fuerza el contraste entre las diferencias de clase, mientras que las escenas de acción: un tren en llamas, el derrumbe de una chimenea, serían la expresión de la imposibilidad de cruzar esas barreras sociales. A mí me parece un argumento melodramático disparatado, pero los efectos especiales son espectaculares: asistimos al incendio de un tren auténtico y al derrumbe auténtico de una chimenea industrial. La película tenía originalmente algunas escenas en color, aunque la copia actual es completamente en B/N. Se trata de la última aparición en pantalla de la pareja romántica formada por Lucy Doraine y Alfons Fryland, que previamente habían protagonizado al menos tres películas dirigidas por Curtiz.
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Son seis mil pies de mala suerte para la señorita Doraine, ya que la película de Michael Curtiz insiste en que lo que le pasa es una cuestión del destino. A veces la acumulación de malos augurios me resultaba tediosa, pero luego Curtiz y su director de fotografía, Gustav Ucicky, ofrecen una imagen interesante: la señorita Doraine acostada en una cama de hospital, alucinando porque se ahoga en una lluvia de flores; o un especialista trepando por la alta chimenea de una fábrica. También se incluyen grandes escenas de multitudes; en esta etapa de su carrera, Curtiz tenía la capacidad de dirigir escenas de caos masivo. Es un talento que usaría muchas veces en los años venideros.
Un silente de los comienzos del hombre que dirigió algunas grandes películas, incluida "Casablanca" y que no muestra señales de lo que llegaría luego a ser detrás de la cámara. Ésta es una historia aburrida, para qué engañarnos. El hijo de un propietario de fábrica que se debe casar con la hija de otro propietario de fábrica, se enamora de una pariente pobre que es el principal sostén de su anciana madre, y de su mal hermano. La calidad de impresión es mala pero no da la sensación de que haya otra mejor o, incluso, aceptable, escondida detrás de alguna buhardilla perdida. Por alguna extraña razón, la película está ambientada en Londres e Inglaterra, aunque sólo los títulos intermedios sugieren este punto. Hay una breve escena de un tren en llamas que nos parece impresionante, pero eso es todo.
