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El argumento de la película puede parecer ya visto por lo mucho que se ha prodigado en el cine, pero en este caso fue una de las primeras veces que se llevaba a la pantalla. La produjo Erich Pommer para la Paramount y casi fue el preludio de la marcha de Stiller del reino de Hollywood, por las circunstancias que ya hemos descrito anteriormente. A Stiller le quedaba poco más de un año de vida, su salud no era buena y uno podría suponer que ya esperaba regresar a Suecia para reposar de aquella aventura en las Américas de la que tan poco provecho, artístico y personal, había conseguido.
Tal vez por todo lo expuesto la película destila un aire nostálgico y antañón que no deja de tener su atractivo propio. Vemos a una Pola Negri, vertidas todas sus lágrimas por la muerte de Valentino (con el que poca cosa tuvo que ver en vida, todo sea dicho), configurar un personaje entre enternecedor y patético, tras la figura de ese teniente austríaco interpretado por un inapropiado James Hall. Vemos a simpáticos secundarios como Max Davidson, eterno "judío" de las producciones hollywoodienses de la época. Vemos esa escenificación de un arcaico hotel que parece esconder un fantasma del pasado tras cada una de sus puertas... y nos dejamos llevar por esa corriente de tristeza y decadencia.
¿Película funcional, en el sentido de que poco aporta a la obra de Stiller y se limita a "cumplir" con los requerimientos de la productora? Tal vez. Pero repito que uno acepta estas nimias limitaciones e incluso se sumerge en ellas porque, de vez en cuando, un poco de déjà vu y de nostalgia no vienen mal a nadie.