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Esta película, una versión corta de una serie en diez episodios, fue restaurada en 1986 por Renée Lichtig a partir de un negativo de nitrato sin montar con cajas inglesas. Fue digitalizado en 2015 en colaboración con la Fundación Pathé para la exposición “Cinéma premiers crime” en la Galerie des Bibliothèques de la Ville de Paris. Gracias a Alain Carou.
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Cualquiera que sea la trama de esta película de George B. Seitz, uno de los primeros guionistas y directores del género (las frenéticas aventuras semanales de Pearl White en la segunda mitad de la década de 1910), "este es el espectáculo que encaja en este siglo", escribió Louis Aragon. ). A día de hoy, En las mallas de la red solo tiene dos ases bajo la manga para despertar nuestro interés y despertar nuestro entusiasmo. Seguramente no la deslucida interpretación de sus actores principales, y tampoco una puesta en escena que sólo conoce valores de tres planos y que sistemáticamente ignora esa fotogenia de primeros planos tan querida por Jean Epstein.
El interés: los inicios evidentes de la ciencia forense. En las mallas de la red quiere testimoniar una organización impecable que nunca falla, una eficiencia basada en la rectitud moral y técnicas modernas de pericia (la escena de la huella dactilar). En esta época de Prohibición, uno juraría por el guión escrito bajo el dictado de J. Edgar Hoover, quien se convirtió en director del FBI el mismo año del estreno de la película... Lo que además provoca un efecto secundario "gracioso": si olvidamos en el momento la cara empolvada de los buenos (el ingenioso, el hermano, el inspector), recordamos las caras de los malos (el "doctor", su secuaz...), así de ingeniosa señala la película los extranjeros inevitablemente conspiradores, “enemigos de la nación”, sarcásticos agentes del peligro rojo o amarillo y que nos ganan esta tarjeta de antología al presentar al “genio” de las fuerzas del mal: “Un nativo de la lejana Asia... Un cerebro trastornado, de perversidad sobrehumana, enteramente entregado a la exasperación de su propia decadencia. En fin, En las mallas de la red, es "Gloria de la policía" y ofensa de boca sucia.
Entusiasmo: hay que esperar alrededor del minuto cuarenta. La ingenua es abducida frente a la Ópera de Nueva York gracias a un movimiento de la multitud a la salida del espectáculo, un simple movimiento que de por sí es grato al ver cómo un súbito flujo de sangre devuelve sus colores a una anemia. Eso es, se está moviendo, está bullicioso, está vivo, “¡Sigue este taxi! », la persecución pasa por Times Square, Broadway, el puente de Brooklyn... De repente, y durante unos minutos, es la velocidad la que pone en escena. El plano, embarcado a bordo de un carro viajero, abre de par en par su armazón móvil y absorbe en acelerado todo lo que ve de la ajetreada cotidianidad de la gran ciudad. No es solo una persecución, es una ruptura en la película, un soplo de aire fresco, una alegría para un ojo que amenazaba con secarse.
Bernard Benoliel
