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Joe Hill


General

Titulo original: Joe Hill
Nacionalidad: Suecia
Año de producción: 1971
Género: Drama

Otras personas

Director: Bo Widerberg
Escritor: Bo Widerberg; Steve Hopkins; Richard Weber
Productor/Estudio: Bo Widerberg Film; Sagittarius Productions
Compositor: Stefan Grossman
Fotografia: Petter Davidsson; Jörgen Persson

Funcionalidades

Duración: 117
Pistas de idioma: Castellano; Inglés
Idiomas de los subtítulos: Castellano
Modo de color: Color
Fuente ripeo: DVD
Soporte: DivX
Tipo archivo: MKV
Calidad imagen: Muy buena
Peso: 1,5 Gb

Reparto

  • Thommy Berggren
  • Anja Schmidt
  • Kelvin Malave
  • Evert Anderson
  • Cathy Smith
  • Hasse Persson
  • David Moritz
  • Richard Weber

Sinopsis

En los comienzos de 1900, Joe Hill emigra con su hermano a los Estados Unidos, pero, al poco tiempo, pierde el contacto con él. Siguiendo su camino, Joe consigue varios trabajos mal pagados en los que observa las injusticias sociales y laborales, llegando más tarde a convertirse en un destacado activista en favor de los derechos de los trabajadores.

Comentarios

Premios

1971: Festival de Cannes: Premio del Jurado (ex-aequo)

Joel Emmanuel Hägglund nació en Gävle (Suecia) el 7 de octubre de 1879. Su padre, Olof, era un trabajador ferroviario que tuvo nueve hijos, de los cuales Joel fue uno de los seis que lograron sobrevivir. La familia Hägglund eran feligreses devotos de la iglesia protestante, en la que aprendieron música. Joel tocaba el órgano, el piano, el acordeón, el banjo, la guitarra y el violín. En alguna ocasión comentó que disfrutaba más tocando el violín que comiendo. Su padre murió en 1887 y su madre en 1902. Los hijos tuvieron que vender el hogar familiar y la familia se disolvió. Joel emigró a Estados Unidos en compañía de Paul, uno de sus hermanos, bajo el nombre de Joseph Hillström.

Llegó a Nueva York en octubre de 1902. Los hermanos Hägglund habían estudiado inglés en Suecia. Tenían una imagen idílica de Estados Unidos como la tierra prometida, el paraíso idílico de la prosperidad para todos. Pero nada más llegar el emigrante sueco Joe Hill se dio de bruces con la evidencia. Tuvo ocasión de conocer a fondo la realidad capitalista más salvaje, al recorrer los Estados Unidos de costa a costa desde Nueva York hasta Hawai, como hobo en los trenes de carga o de polizonte en los barcos, trabajando en las minas, en la industria maderera y como estibador de los muelles. Su ingenuo mito se rompió pronto por las duras condiciones de trabajo y la salvaje explotación que padecían los trabajadores inmigrantes.

Se estableció finalmente en California y cambió otra vez su nombre por el de Joe Hill. En 1910 se afilió al sindicato IWW, los wobblies y fue uno de los dirigentes de la huelga de los trabajadores del muelle de San Pedro, en California. En 1912 le apalearon dejándole una cicatriz durante un mitin en San Diego. El sindicato IWW comenzó a utilizar la música para atraer la atención de trabajadores en reuniones sindicales, e incluso en las esquinas de los barrios obreros. Hill compuso canciones revolucionarias que aparecían en los periódicos del sindicato, Industrial Worker y Solidarity. La fórmula del IWW consistía en poner estrofas pegadizas y combativas a las canciones populares y a los himnos que cantaban los trabajadores. Hill solía decir que un libro es bueno, pero pocas veces se lee más de una vez, mientras que una canción se aprende de memoria y se repite continuamente. Esa era la fuerza de la música como instrumento de lucha obrera. El sindicato recopiló todas esas melodías, publicando un folleto titulado Libro rojo de canciones (Red Songbook) con repertorio de himnos para las manifestaciones y piquetes de huelga. Estas canciones tuvieron una extraordinaria importancia, ya que la mayor parte del proletariado estadounidense era inmigrante y apenas hablaban inglés ni ningún otro idioma común. Hill era un decidido partidario de la incorporación de las mujeres trabajadoras a la lucha de clases.

A causa de su lucha sindical los capitalistas dejaron de contratarle en California, y tuvo que trasladarse a Utah, donde comenzó a trabajar en unas minas cerca de Salt Lake City. Allí ayudó a organizar en 1913 una huelga en la empresa United Construction Company. Poco después de esta lucha, un antiguo policía, John B. Morrison, fue asesinado junto con su hijo Arling de 17 años en un asalto a la tienda de comestibles que regentaban en Salt Lake City. Le dispararon dos individuos que penetraron en ella enmascarados. Su hijo trató de repeler la agresión y, aunque logró herir a uno de ellos, fue también abatido por los disparos. Un segundo hijo consiguió escapar escondiéndose en la trastienda. Morrison siempre había manifestado que había dejado de ser policía porque le habían amenazado debido a alguna detención que practicó. En la misma noche del asesinato, el 10 de enero de 1914, Hill había sido atendido por Frank McHugh, un médico de ideas socialistas, a causa de una herida de bala en su hombro izquierdo en su consulta de Murray. Hill le dijo a McHugh que había sido herido en una pelea por una mujer. Además el médico pudo comprobar que Hill iba armado con un revólver. A pesar de sus ideas socialistas, el médico denunció a Hill a la policía al leer a la mañana siguiente la noticia del doble asesinato en la tienda de Morrison. De acuerdo con la policía le tendió una trampa a Hill, citándole en su consulta tres días después de la cura, durante la cual le dio un sedante para que la policia pudiera detenerle más fácillmente. La policía ya conocía sus actividades sindicales. Relacionar el asalto a la tienda con la herida de Hill era lo más sencillo, así que aprovecharon la oportunidad para deshacerse de él. Lo detuvieron inmediatamente rompiéndole los huesos de una mano de un golpe. Hill rechazó confesar cómo se hizo la herida y tampoco dio el nombre de la mujer con la que había pasado la noche para evitar comprometerla, porque estaba casada. Se quedó sin coartada aunque arriesgaba una condena a muerte porque Hill fue acusado del asesinato de Morrison y su hijo.

Los dirigentes de IWW denunciaron que la detención de Hill era un ataque directo al movimiento sindical. Los capitalistas del oeste, especialmente los empresarios mineros del cobre de Utah, habían conspirado para quitarse de enmedio a Hill con ayuda de Harry MaCrae, director de una agencia privada de detectives. Incluso el gobernador del estado, William Spry, admitió que deseaba utilizar el caso "para frenar a la calle que ruge" y para despejar el estado de sujetos sin ley y agitadores del IWW. A pesar de ello fue declarado culpable de asesinato y condenado a muerte. Le dieron a elegir entre ser ahorcado o fusilado. Joe Hill personifica la más pura tradición de la canción revolucionaria. Quería componer canciones para aventar las llamas del descontento, y lo consiguió. Nunca grabó discos, pero los 53 temas que compuso se siguieron cantando en los piquetes de huelga, en las reuniones sindicales, en los mítines y en las manifestaciones. No conservamos su voz, pero sí sus canciones que, aún hoy, forjan los emblemas de la unidad y la solidaridad entre todos los obreros. La antorcha que él prendió sigue encendida.