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Kœnigsmark


General

Titulo original: Kœnigsmark
Nacionalidad: Francia
Año de producción: 1923
Género: Melodrama

Otras personas

Director: Léonce Perret
Escritor: Léonce Perret; René Champigny; Pierre Benoît
Productor/Estudio: Films Radia
Compositor: Jean Déré; J.E. Szyfer
Fotografia: Jacques Bizeul; Gustave Preiss

Funcionalidades

Duración: 177
Pistas de idioma: Muda
Idiomas de los subtítulos: Castellano
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: Web
Soporte: x264
Tipo archivo: MKV
Calidad imagen: Excelente
Peso: 6,3 Gb

Reparto

  • Huguette Duflos
  • Jaque Catelain
  • Georges Vaultier
  • André Liabel
  • Ivan Petrovich
  • Julio de Romero
  • Maurice Lehmann
  • Paul Vermoyal
  • Karl Heyl
  • Jean Aymé

Sinopsis

En el ficticio reino de Mégranie se espera que la princesa Aurore se case con Rodolphe, que ostenta el poder. Pero Frédéric, su hermano, tiene otros planes para convertirse en rey del país.

Comentarios

Sublime, irrepetible, más allá de una obra maestra. Añadid los adjetivos que queráis: todos quedarán cortos. En lo personal, ha valido la pena vivir setenta y cuatro años para contemplar una maravilla como ésta. Me atrevo, incluso, a decir que es la obra magna de Perret (y eso ya es mucho, sabiendo los títulos que atesora ese grande del cine mundial).

La novela "Koenigsmark" es obra de Pierre Benoit. Se publicó en 1918 y hasta ahora se han vendido 990.000 ejemplares. En el cine se han hecho cuatro versiones (1923, 1935, 1953 y 1968), pero me daría con un canto en los dientes si alguna superase la maestría de esta primera. Es indudable que Benoit, al igual que Perret, cuando se centra en el reino ficticio de Mégranie se refiere a la Alemania que hizo estallar la Gran Guerra. La habilidad de la novela, como de la versión cinematográfica, es "maquillar" esa semejanza con ramificaciones de romance y misterio a la trama general. Perret, además, nos ofrece escenas espectaculares con las fiestas casi bacanales de París, alternándolas con visiones que parecen entresacadas de las pinturas de Toulouse-Lautrec. Cientos de figurantes, flasbacks bien trenzados, toques poéticos e incluso filigranas de danzas que se adelantan en diez años a los malabarismos musicales de Busby Berkeley.

Los actores están impecables, encabezados por la pareja protagonista, Hughette Duflos y Jacque Catelain. La escenografía y los vestuarios son suntuosos. Hay un remedo de subtrama al estilo de "El prisionero de Zenda", puertas secretas que se abren con una combinación de números romanos, intrigas cortesanas, muertes misteriosas... Podría estar hablando de esta película horas y horas. Sólo espero que la sepáis apreciar como yo la veo. Y al final Perret, el muy pícaro, nos obsequia con dos conclusiones distintas: la más creíble y un "final feliz", para los que lo requieran.

Amigos, se han necesitado tres copias distintas para reconstruir este portento y dejarlo, casi, como lo creó Léonce Perret. Nadie creía poder ver nunca "Koenigsmark" como ahora se nos brinda.

Eddie Constanti
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Esta colosal producción histórica basada en una novela de Pierre Benoît sigue el éxito de L'Atlantide (1922, J. Feyder), otra novela de Benoît. Tenía mucha curiosidad por ver cómo Léonce Perret, uno de los pioneros más innovadores de la década de 1910, realizó esta larguísima película de 180 minutos. El resultado es bastante desigual. Algunas escenas muy buenas se suceden a otras llenas de pompa y circunstancia. Uno de los principales problemas de la película es su reparto. La bella Aurore está interpretada por la inevitable Huguette Duflos, miembro de la Comédie Française, muy de moda en la época. Esta actriz carece de sex appeal y, sobre todo, parece estar interpretando un papel teatral. En cuanto a Jaque Catelain, también un joven actor de moda, parece tener una sola expresión para expresar sus emociones: ojos muy abiertos, brazos abiertos y tambaleándose ligeramente sobre las piernas a punto de desmayarse... El otro problema de la película es su construcción. Para una película de 3 horas, se necesita un guión sólido que lleve al espectador al torbellino de la vida de los personajes. Por desgracia, el guión es desigual y no consigue crear suspense ni crear tensión. Dicho esto, hay algunas secuencias muy buenas rodadas en los lagos bávaros y el castillo de Neuschwanstein. Las mejores escenas son las de asesinatos, como si Perret recordara sus mejores cortos de Gaumont. El Gran Duque es asesinado por una estilográfica envenenada. Los dos asesinos observan impasibles cómo su víctima se desploma sobre su escritorio. Huguette Duflos también demuestra que puede ser una actriz interesante cuando mata -por accidente- a su confidente que la espiaba. Este accidente de caza es muy extraño... Se marcha tranquilamente después de este asesinato. Del mismo modo, la última escena de la película, en la que Aurore va a visitar la tumba del soldado desconocido bajo el Arco del Triunfo, pensando que podría tratarse de Raoul Vignerte, desaparecido en Verdún. En cuanto a la escritura cinematográfica, adolece de los males típicos de los grandes directores de los años 10 que tuvieron dificultades para lidiar con el giro innovador del cine de los años 20. Su encuadre es muy académico con sus aperturas de puertas totalmente simétricas en planos amplios. La película tiene un aire completamente distinto cuando se rueda en exteriores, donde encontramos el ojo pictórico de Perret. También se repitió una secuencia de montaje rápido en el momento del suicidio del villano Frédéric, que revive en un flash los asesinatos que cometió. Sigo siendo admiradora del Perret de los años 10 (incluido su periodo americano). Pero a este Koenigsmark le vendría bien un redibujado compacto y una construcción completamente diferente de los personajes que les diera vida. La copia presentada es una magnífica restauración de 2003, tintada y matizada (con escenas nocturnas especialmente espléndidas con tonos azules y rosas).

Christine Leteux