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El personaje central de este cortometraje es del tipo que una vez se describió como un "emprendedor", un joven descarado que en este caso resulta ser un vendedor, un semidesesperado que haría casi cualquier cosa para lograr una venta. Es agresivo pero básicamente de buen corazón, coquetea con las damas y cuando está especialmente complacido consigo mismo ejecuta un pequeño baile de alegría. Basándose sólo en esta descripción, podríamos adivinar que el protagonista es Harold Lloyd, pero en realidad la estrella es Stan Laurel, un estafador que habla rápido y está tan alejado de los días de Laurel y Hardy como podría imaginarse. Es moderadamente divertido, pero el personaje es un poco difícil de aceptar y es fácil ver por qué pronto dejó atrás a este tipo en favor de papeles heroicos simulados en parodias de películas y, en última instancia, como el idiota de pensamiento lento y propenso a los accidentes con quien su nombre estará asociado para siempre.
El elixir que Stan vende parece ser el vestigio de un programa de medicina del siglo XIX. Se nos dice que se puede usar para la tos, los resfriados o el dolor de muelas, o tal vez como pulimento para muebles o como lejía. La mayoría de clientes a los que Stan se acerca lo rechazan, pero se desarrolla una trama secundaria cuando un borracho alegre compra una botella y luego es perseguido por un detective al otro lado de la ciudad. Cuando el policía finalmente lo alcanza y prueba un poco del elixir, responde como si hubiera ingerido trementina, pero cuando el borracho toma un trago, su reacción indica: "¡Vaya! ¡Esto es una verdadera patada!". Hoy en día, esta broma parece un comentario sombrío sobre el impacto del alcohol en los bebedores empedernidos, pero para los espectadores durante la Prohibición debió haber sido interpretado como un golpe satírico a la calidad del licor de contrabando comúnmente disponible.
En cuanto a nuestro héroe, parece que Stan tendría más suerte vendiendo sus existencias como líquido limpiador en lugar de como medicina. Un posible comprador, un tipo grandote, es el propietario de un automóvil sucio que le permite a Stan demostrar la eficacia del producto limpiándole el coche. (Casualmente, el actor es Noah Young, mejor conocido como el bruto en muchas comedias de Harold Lloyd.) Stan se lanza al trabajo con una energía furiosa, incluso usando la manga de su propia camisa como un trapo, pero al final el hombre se ríe de él y se niega a pagarle. La venganza de Stan sobre el idiota es especialmente satisfactoria y debería haber sido el final de esta película, pero desafortunadamente la secuencia que la sigue y que concluye el corto es decepcionante y nos deja con una imagen final de nuestro cómico principal como un fracaso perenne.
