Sinopsis
KirikúKirikú y la bruja es un cuento tradicional de los Senufos, una etnia africana de Costa de Marfil, inspirado en los ritos de iniciación (pruebas que deben pasar los jóvenes para demostrar su valor) y llevado al cine por Michel Ocelot como una historia hermosa, llena de colorido, música y muchos temas serios, como la libertad y el crecimiento.
En un pequeño pueblo perdido en cualquier lugar de la inmensidad de África, nace Kirikú, una criatura distinta a todas las demás. En el comienzo de la película del vientre de una mujer embarazada que permanece sentada en el suelo de su choza surge una vocecita: “¡Madre, dame a luz!” Ella con toda su naturalidad que desarma al espectador le responde: “Un niño que habla en el vientre de su madre se da a luz solo”.
Kirikú es un niño muy pequeño que sabe exactamente lo que quiere hacer en la vida incluso antes de nacer. Nace en un poblado africano donde no hay flores ni agua ni hombres por la terrible bruja Karabá a la que hay que entregar los tributos. El valiente Kirikú emprenderá un viaje lleno de peligros para encontrar la salvación de su gente.
Los personajes del filme son muy sencillos, pero el fondo está bien elaborado, plásticamente y oralmente. Un elemento clave es la música compuesta por el senegalés Youssou N’ Dour, músico dedicado a conservar las tradiciones musicales de su continente que introdujo los instrumentos tradicionales, como el ritti, el belafón, el cora, el belón o el xalam y cuya música apoya el desarrollo de la película tejiendo la historia y explicando lo qué está pasando.
Lo más atractivo de la película es la enorme calidad de los dibujos animados, preparados con mucha dedicación por un grupo compuesto totalmente por mujeres a lo largo de los cinco años en Riga (Letonia). La película nos sitúa en un espacio y una cultura increíblemente rica, dándonos la ocasión a conocer a África, sus problemas (sequía, estructura tribal, falta de tecnología, acceso al agua, alimentación, transporte), su cultura (vestimenta, costumbres y ritos, canciones, danzas, magia) y su gente.
A pesar de que los personajes mantienen desnudos, se respeta su forma de relacionarse con el cuerpo. Al contrario de las películas del cine americano donde siempre aparece algún misionero, viajero, mujer increíble que acaba convirtiéndose en protagonista, en esta película no aparece un solo personaje de raza blanca.
KirikúLo bonito de la película es que en los tiempos de lo comercial, todavía queda el espacio en la oscura sala del cine para películas distintas, emocionantes, muy humanas que explican lo incomprensible. Kirikú se enfrenta a una bruja muy mala, pero descubre que en realidad Karabá no es mala sin razón, sino que tiene clavada en la espalda una espina que no puede sacar, que le hace sufrir muchísimo y provoca que a su vez ella hace sufrir a los demás.
La película nos ofrece muchas respuestas, nos enseña que el mal humor, la depresión, el llamado mal carácter siempre tienen alguna explicación, muchas veces ajena a nuestra voluntad. Nos muestra cómo sacar de las espaldas las malas espinas. Y también nos ayuda a creer que a pesar de pequeños podemos cambiar el mundo.
Kirikú es un pequeño niño que sabe lo que quiere […] Lo quise pequeño para que la confrontación con la hechicera fuera todavía más sorprendente. Kirikú no está contento de ser pequeño, de ser diferente de los otros niños; él sueña con ser grande. Salvará a los suyos, y buscará saber por qué Karabá es malvada; es un pequeño niño que no acepta las cosas que las personas de la aldea le imponen; quiere ir más lejos, busca sus propias respuestas.
/Michel Ocelot/