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Maurice Mariaud, que en su juventud había colaborado con Feuillade, eligió para el papel principal de "El aventurero" a Jean Angelo, sabiendo que éste era un valor seguro (recordémoslo en "Monte Cristo", "Robert Macaire" y "L'Atlántida", entre otras). Y por supuesto, Angelo no defrauda: es el "aventurero" del título por excelencia: apuesto, con aplomo, seguro de sí mismo, valeroso, justo y vengativo cuando la ocasión lo requiere.
Hacía falta también un guión con las dosis justas de acción, intriga y romanticismo; y Alfred Capus se lo sirvió en bandeja a Mariaud. Así que éste, a quien dentro de la profesión se le conocía como un simple artesano sin demasiadas luces para emprender producciones de envergadura, no tuvo más que aprovechar tantas facilidades y realizar una película que, sin llegar a ninguna cumbre de bondades, es digna y en algunos momentos incluso roza la brillantez.
El inicio ya es trepidante, con el ataque de los furiosos árabes a la granja de Ranson. Cuando cesa dicho ataque, al protagonista le acosan los recuerdos y entramos en un flashback necesario para comprender las razones que han llevado al aventurero a encontrarse en aquella situación. Más tarde tendrá que viajar hasta París para responder de las acusaciones que recaen sobre él. Y en París se las verá con las intrigas familiares, con las cuentas que debe aclarar con la justicia y también... con el amor.
Interesante película. Son cien minutos bien aprovechados. Y Jean Angelo los vale de sobra.
Eddie Constanti