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Un Feuillade de 1919 que mantiene el tipo y de qué forma. La historia trata de honores femeninos en juego, de usureros y jugadores compulsivos y de venganzas. En cierto modo, tiene algún paralelismo argumental con "El abanico de lady Windermere", salvando las distancias. Nuestro amigo francés se recrea en esos interiores luminosos tan propios de su estilo y alterna imágenes con gran sentido del ritmo para provocar tensión y suspense. Además, se recrea en magníficos primeros planos para profundizar en el carácter de los personajes (véase esa secuencia del sueño del usurero, descriptiva como pocas). La trama enlaza momentos felices (pocos) con escenas angustiosas; la puesta en escena es exquisita y la elegancia surge en cada plano.
Los actores ya no deberían ser unos desconocidos para nosotros, que llevamos bastantes Feuillades a cuestas. Los villanos están majestuosos. Os llamo la atención hacia la secuencia del carro de Gaston Michel, tirado por un caballo, y de la pobre Anna: decidme si habéis visto algo tan cruel --y al mismo tiempo jocoso--, en los últimos tiempos. Al torvo Louis Leubas, que tuvo sus momentos cumbres en "Tih Min" y "Vendemiaire", aquí Feuillade apenas le deja asomar la nariz en un par de escenas. Vemos también al galán René Cresté y a un par de niños que dan mucho juego; pero de la conjunción de niños y Feuillade hablaremos más adelante, porque ahí hay tela para cortar.
Bonita película, bien realizada e interpretada. Y dejadme que me refiera un momento al artífice de estos rescates históricos de la Gaumont. Se llama MagicBerber y transita por KG. Desde hace un tiempo nos deja boquiabiertos con sus incunables, que nosotros arramblamos con auténtica codicia para saciar nuestra fiebre silente. No nos perdáis de vista, porque habrá más de lo mismo.