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En este corto Perret utiliza el tren, que tanto juego ha dado desde los comienzos de la cinematografía. Vemos a un señor madurito (el propio director), que trata de conquistar a una dama algo entrada en carnes mientras ambos viajan hacia provincias. Más allá de la anécdota que se relata --"calavera" en busca de su quizás última aventura--, la técnica de Perret no nos deja indiferentes. Planos alternos dentro y fuera del tren, primer plano a través de una ventanilla, recursos cómicos en el transcurso de una comida --galanteos mezclados con cada uno de los platos--, ritmo sin descanso y ese añadido de complicidad cuando Perret se dirige a la cámara y "habla con ella". Son casi trece minutos magníficamente empleados.
No tenemos referencias de Valentine Petit, la viuda casadera de la historia, pero sí de Émile Keppens, el tío de la herencia: trabajó también a las órdenes de Perret en "Le mystère des roches de Kador (1912), que podéis encontrar en este mismo foro, y también en "Barbe Rousse" (1917), "Les gaz mortels" (1916), "L'enigme de dix heures" (1915) y tantas otras que, ¡ay!, han desaparecido con el tiempo.
