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Por desgracia, poco, muy poco podemos decir acerca de Antonietta Calderari, esta minidiva italiana. Como diría un poeta, la pátina del tiempo ha cubierto su recuerdo con una nebulosa de olvido. Nos consta que quizá su intervención más importante se encuentre en "La nave", de Gabriellino d'Annunzio. Nosotros, sin embargo, hemos dado con un par de cosillas que os presentaremos. Una de ellas es esta "L'ultima vittima", que por su trama se adecua perfectamente al estilo de "diva" que ofrecemos en este ciclo, es decir, mujer malvada, sea porque el mundo la hizo así o bien por circunstancias ajenas a ella: un desamor, un cruel desengaño, un exceso de opulencia y ociosidad, etcétera.
Aquí, en este mediometraje, Calderari es mala, pero mala por convicción, por naturaleza; vamos, que no tiene atenuantes se la mire por donde se la mire. Cortesana de lujo, se divierte torturando a un señor casi de la tercera edad, socialmente importante, para extraerle toda la pasta posible. Y no bastante con eso, se alía con pérfidos elementos contrarios a los postulados políticos del interfecto, para chantajearlo vilmente y conseguir, así, su destrucción moral y física. El final no vamos a destriparlo aquí, pero ya sabéis que estas cosas no suelen terminar nada bien. Ah, os recomendamos atención a los lujos decorados, propios de las mil y una noches.
El director es Roberto Roberti, que también participa como actor. De Roberti guardamos un trabajo cuiosísimo titulado "Napoli che canta", que tarde o temprano caerá por aquí. Por tanto, aquí tenéis a la Calderari que, como curiosidad, se presenta en la primera escena con una especie de minifalda muy poco adecuada para los tiempos en que se rodó la película.