Comentarios
Los "Relatos de Sebastopol" de Liev Tolstói nos sitúan en la Guerra de Crimea (1853-1856), más concretamente en el sitio de Sebastopol, en cuya defensa participó como oficial de artillería en el cuarto bastión defensivo.
La contribución más duradera de Mosjoukine al concepto teórico del cine como imagen es el legado de su propia cara en una representación de reacciones ilusorias vistas en el montaje psicológico de Lev Kuleshov, conocido como el "efecto Kuleshov".
A finales de 1919, Mosjoukine llegó a París y rápidamente se convirtió en una de las principales estrellas del cine francés, protagonizando un filme de éxito tras otro. Atractivo, alto, y con una poderosa presencia en la pantalla, se ganó al público encarnando a personajes exóticos, misteriosos y románticos.
Instalado en Montreuil, cerca de París, en los antiguos locales de Georges Méliès, el estudio de Iósif Ermóliev, llamado "L'Albatros", tenía a Mosjoukine como figura principal. Allí consolidó su condición como estrella del cine y en los años veinte su rostro apareció en las portadas de las revistas cinematográficas de toda Europa. Además de actuar, escribía el guion de buena parte de las producciones que protagonizaba y dirigió dos de ellas, L'enfant du carnaval (1921) y Le brasier ardent (1923). En ambas películas la primera actriz fue su esposa, Nathalie Lissenko, de la que luego se divorciaría. Brasier, en particular, fue muy aplaudida por sus conceptos innovadores pero finalmente demostró ser demasiado surreal y extraña para llegar a ser un éxito financiero.
Figura parisina de los felices años veinte, vivía en el Hotel Napoléon y frecuentaba el barrio de Montparnasse, yendo a La Coupole o a La Closerie des Lilas, aunque también acudía a Chez Schéhérazade, el cabaret ruso. En París conoció a Alice Print, con la cual mantuvo un idilio. Apodado el Rodolfo Valentino ruso, además de por su carrera en el cine fue conocido por sus numerosas conquistas femeninas.
En la primavera de 1926 Mosjoukine firmó un contrato con la Universal y viajó a Hollywood. En Estados Unidos, bajo la presión de los productores, debió acortar su nombre en "John Moskin" y someterse a una infeliz operación de cirugía estética que modificó su poder expresivo. Sólo rodó un filme, Surrender, que fue un fracaso, tras lo cual volvió a Europa. Tras un breve periplo en Alemania, falleció en la miseria y la soledad a causa de una tuberculosis en la Clínica Saint-Pierre de Neuilly-sur-Seine. Fue enterrado en el cementerio ruso de Notre-Dame-de-l'Assomption, de Sainte Genévieve des Bois. Así fallecía uno de los mejores actores que nos ha dado el cine en toda su historia. Y, por supuesto, el más carismático.
----------------------------------------------
La película, en su origen, tenía más de dos mil metros de longitud, igual que un filme moderno. Realizada en los estudios Khanzhonkov y dirigida por Goncharov, utilizó cientos de extras para recrear las escenas de batallas famosas. El propio zar dio su patrocinio y las autoridades locales de Crimea aportaron toda la ayuda posible, haciendo que la película se convirtiera en una empresa patriótica. Era extraordinariamente cara, su rodaje costaba cuarenta mil rublos, mucho más que cualquier otra película rusa hasta ese momento.
El almirante Kornilov fue interpretado por Ivan Mosjoukine, quien pronto se convertiría en la estrella de cine masculina más famosa del período prerrevolucionario. Aunque la cámara seguía estando muy estática, el director manejó las escenas de masas de manera competente. También transmitió bien la emoción de la batalla en algunas escenas. Por otro lado, vemos muchas marchas en la película, lo cual es bastante repetitivo.
La película no tiene realmente una historia: es una serie de ilustraciones del hecho histórico. Debido a que no hay un héroe central, es difícil para la audiencia encontrar a alguien con quien identificarse. La parte más destacable es una especie de epílogo. El director reunió a los soldados franceses, británicos y rusos supervivientes de la guerra de Crimea, para entonces hombres extremadamente ancianos, que miran a la cámara sonriendo o tímidos. Es un momento realmente conmovedor; el espectador moderno tiene una sensación de cercanía a un evento histórico que ocurrió hace ciento treinta años.
El filme fue un éxito comercial y de crítica y se distribuyó amplia y rápidamente en todo el país. También fue muy imitado. El año siguiente, con motivo del centenario de la invasión de Rusia por Napoleón, Khanzhonkov se unió a Pathé para rodar "1812"; y en 1913 se realizaron varios espectáculos históricos con motivo del tricentenario de la dinastía Romanov.
(Peter Kenez "Cine y sociedad soviética, 1917-1953", Cambridge University Press, 1992.)