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Tema bastante audaz para su época, esa Fernande, además de sus cualidades físicas innegables, sabe vivir a cuerpo de rey esquilmando a cuantos incautos caza, siempre que éstos tengan una billetera repleta. Una mala mujer, como se solía decir. Pero mala, malísima. Tanto, que no podía terminar de otra forma que con una enorme maza de por medio, y no daremos más detalles para no destripar la conclusión.
Para personificar esa figura tan amoral se eligió a la famosa Mistinguett (Jeanne Bourgeois), cantante y vedette, que aquí ya contaba con sus buenos treinta y ocho años, aunque su lozanía seguía siendo tan evidente como en esos dieciocho que pretende representar (y lo consigue), al comienzo de la película. Mistinguett sabe dotar al personaje de ese toque de humor preciso que hace que nos parezca, no ya simpática, sino la diabólica arpía que en definitiva es. De cualquier forma, uno se pregunta qué tipo de armas amatorias puede tener una señora como ella para encelar de una manera tan enfermiza a cuanto varón se cruza en su camino, pero eso ya sería tema para otro debate.
Trama bien llevada por Capellani, con giros y sorpresas inesperadas y con una buena dirección de actores. En el episodio de la última conquista de la "mantis", ese pescador que, curiosamente, cae en las redes de Fernande, Capellani echa mano de la ironía y nos presenta al pobre hombre destrozado en cama tras la sesión copulativa, mientras ella sale en busca de otro palomo a quien hincar el diente. Película muy recomendable.
Eddie Constanti
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Esta adaptación de la novela de Jean Richepin resulta ser una obra notable de Albert Capellani. Le ayuda la excelente actuación de una Mistinguett muy convincente como mujer fatal. La película también se desarrolla principalmente en exteriores, en Bretaña. Reconocemos el puerto de Le Croisic, la Côte Sauvage y las pequeñas calles de Guérande. Capellani muestra un sentido narrativo muy cercano al de Léonce Perret. Mistinguett pasa de hombre a hombre, mostrando las cualidades de un intérprete moderno. Baila un tango salvaje con una de sus conquistas en Le Pré Catelan, antes de aventurarse en traje de baño en las playas bretonas bajo la mirada de un joven pescador (interpretado por Paul Capellani). Ella se revuelca en la arena. ¡Esta es una actitud muy indecente en 1913! Ciertamente, esta novela de Richepin te hace sonreír un poco con sus clichés sobre la mujer malvada que pervierte a los hombres. Pero Mistinguett es tan buena en su papel de mujer liberada que incluso los excesos de esta historia tan misógina son fácilmente aceptados. Además, la película ofrece una visión documental de la Bretaña de los años 10. Asistimos a la llegada de los marisqueros al puerto de Le Croisic. El final alcanza un clímax melodramático con el asesinato de La Glu por la madre de la joven Marie-Pierre. Una excelente película de Capellani que ha envejecido bien.
Christine Leteux
