Comentarios
Camille de Morlhon, el director, tuvo la peligrosa reputación de ser un creador de películas "rápidas" en las que se sacrificaban los peores clichés de los géneros populares. Éste es el caso de la cinta que hoy os traemos, que aunque cae en aquel decimonónico romanticismo hace muchos años en desuso, no deja de ser una muestra curiosa de cierto cine que se hacía en la década de 1910. Aquí no falta, por ejemplo, el recurso a la mujer tuberculosa (La dama de las camelias) y Morlhon incluso riza el rizo presentando a un competidor en amores que es... un torero (con imágenes de una corrida, faltaría más).
Estamos en medio de un melodrama clásico, con un juego que a menudo es tan exagerado que alcanza niveles de sublime. No sabemos si el director se tomó muy en serio esta historia que, sin embargo, tiene aspectos tan curiosos como que la pareja Pierre/Martha no están casados y, por tanto, uno se pregunta si ese adulterio se puede considerar como tal, ya que no había boda por medio. Otras veces hay unos intercambios de miradas entre Pierre y la cantante como preguntándose si se están dando la réplica correcta descrita en el guión. Por contra, en el haber de Morlhon podemos incluir el viaje a los Pirineos, que le permite fotografiar hermosos paisajes. Pero frente a ese hallazgo, la parte negativa: pretende copiar groseramente al cine italiano y sus apasionadas divas, presentando el número de music hall de la cantante ¡acompañado de superposiciones de llamas encendidas!
Eddie Constanti