1859

La caravana de Oregón


General

Titulo original: The Covered Wagon
Nacionalidad: Estados Unidos
Año de producción: 1923
Género: Aventuras

Otras personas

Director: James Cruze
Escritor: Jack Cunningham; Emerson Hough
Productor/Estudio: Paramount Pictures
Compositor:
Fotografia: Karl Brown

Funcionalidades

Duración: 98
Pistas de idioma: Muda
Idiomas de los subtítulos: Castellano
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: BD
Soporte: x264
Tipo archivo: MKV
Calidad imagen: Excelente
Peso: 3,2 Gb

Reparto

  • Lois Wilson
  • J. Warren Kerrigan
  • Alan Hale
  • Tully Marshall
  • Ernest Torrence

Sinopsis

Dos caravanas de carretas convergen en lo que hoy es Kansas City, y se unen en el empuje hacia el oeste de Oregon. En su búsqueda de los peregrinos experimentan el calor del desierto, la montaña de nieve, el hambre, y el ataque de los indios. Para complicar más las cosas, se desarrolla un triángulo amoroso; la guapa Molly tendrá que elegir entre Sam, un bruto, y Will, el valiente capitán de la otra caravana.

Comentarios

Es una restauración en Blu-Ray que nos libra de las mediocres copias que han circulado entre nosotros desde siempre. No es de los mejores trabajos de restauración que conocemos, pero mejora de largo las anteriores. La música está compuesta ex profeso para la ocasión.

Para los subtítulos se han añadido un par que faltaban y hemos trabajo desde cero, ya que los que teníamos eran una traducción italiana bastante mala. Cabe señalar la dificultad añadida de que muchos personajes hablan en argot, esa jerga norteamericana que se come las palabras, las cambia y como "compensación" añade comillas altas, lo que hace más difícil la traducción. Además de esta jerga, si los personajes que la hablan están borrachos (en una larga escena), hay que imitar el lenguaje de la ebriedad. Hemos dejado un par de textos sin traducir porque, francamente, no los entendíamos.

La película poco se puede decir de la misma, ya que la hemos visto cien veces y hoy es todo un clásico sobre el tema, que antes y después fue repetido por el cine hasta la saciedad. Su rodaje tuvo lugar casi al ciento por ciento en espacios exteriores (entre Utah y Nevada), algo que constituyó una gran novedad por entonces. Se contrataron a 750 indios y los más de 750 carromatos que aparecen eran auténticos, de los mismo años descritos. El paso por el río Platte se filmó en idéntico lugar donde se produjo la historia real. Además, las condiciones climáticas hicieron cambiar el guión sobre la marcha, por ejemplo cuando nevaba.

Espectacular producción, pues, que aúna las escenas grandiosas con las más intimistas, que nos ofrecen retazos suficientes para introducirnos en la idiosincracia de los personajes. Bellísima Lois Wilson, estupendo Alan Hale (aunque interprete a un pérfido villano) y los secundarios son de lujo, con Ernest Torrence a la cabeza. Quizá el menos acertado sea J. Harren Kerrigan, el galán, pero esto ya entra dentro de la subjetiva opinión de un servidor. Una fotografía espléndida completa la calidad de esta epopeya que siempre gusta revisar. Sin olvidar el "emblema" de la película, ese niño, Jed, que toca el banjo y escupe tabaco mascado. ¿Quién no lo recuerda al inicio de la cinta?

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Sigue pareciéndonos espectacular, especialmente si pensamos en que fue el precedente que inspiró tantas escenas como se han rodado después, y los escasos e imaginativos- medios técnicos de os que entonces se disponía. Siempre que he visto esta película, me he imaginado lo que debieron sentir los espectadores de entonces, ávidos por vivir emociones gracias a un medio aún en pañales, y más en un momento de intensidad nacionalista, como fueron los Estados Unidos durante los años 20.
Yo sólo añadiría a tu magnífico un pequeño matiz, la meticulosidad con la que está contada la historia, hasta el más mímimo detalle. Una característica propia sin duda, de un tiempo en el que el cine era eso, la séptima arte, un cuidadoso trabajo de artesanos, y que tanto los nuevos realizadores como quienes reflexionamos sobre todas estas cuestiones, desde el punto de vista teórico, no debiéramos perder de vista, en un momento de cambio radical como el que vivimos.