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Serial en 10 episodios:
Épisode 1 : L'Ami félon.
Épisode 2 : Le Secret de l'étang.
Épisode 3 : L'Ambition au service de la haine.
Épisode 4 : L'Implacable verdict.
Épisode 5 : Le Pont vivant.
Épisode 6 : La Voix du sang.
Épisode 7 : Les Caprices du destin.
Épisode 8 : Champ clos.
Épisode 9 : Les Angoisses de Corradin.
Épisode 10: Le Triomphe de L'Amour.
Digámoslo enseguida: si Feuillade elevó el serial a la categoría de arte, Alexandre Volkoff lo magnificó hasta el punto más excelso con esta obra. El guión lo escribió el mismo Volkoff con ayuda de Ivan Mosjoukine, protagonista de la cinta y esta maravillosa restauración nos llega con una calidad impecable, virados parciales y música compuesta ex profeso. ¿Por qué "La maison de mystère" sobrepasa la simple calificación de "entretenimiento" que etiqueta al resto de seriales? Hay muchas razones y todas contundentes.
Volkoff no se limita a reunir acción, violencia e intriga. Con su diestra mano deja pinceladas maestras en cada episodio, como esos contraluces maravillosos, esas escenas relatadas con siluetas en negro, a modo de sombras chinescas, esa continuidad alternada entre diferentes focos de acción, esos encuadres inverosímiles (las ruinas del viejo castillo), esa dirección de actores formidable, esas secuencias trepidantes (la de la fuga de Julien y la posterior persecución en tren, en automóvil y a caballo, que dura casi veinte minutos; la de la lucha a muerte entre Julien y el villano, destrozando ambos una habitación al completo), etcétera.
Obra de arte indiscutible, tiene en su reparto una de sus principales bazas para el éxito. Mosjoukine pocas veces estuvo mejor (y él siempre está bien); su transfiguración camaleónica nos llena de asombro: como payaso, vagabundo, herido de guerra... Por cierto, durante el rodaje sufrió las fiebres tifoideas. A su lado, un joven Charles Vanel (aunque, por lo que vemos, este gran actor siempre tuvo el mismo aspecto), le da su justa réplica. Villano por excelencia, nunca un malo de película estuvo más odioso, más vil, más rastrero, más repugnante, incluso un poco pedófilo. Hélène Darly y Francine Mussey (esposa e hija), deliciosas. Y el resto del reparto, espléndido, como ese fotógrafo amateur, que descubre el crimen. Sentaos cómodamente y dejad que corra el tiempo. Son seis horas y media para morderse las uñas por la emoción del argumento y, en una segunda visión, otras seis y media para recrearse con los hallazgos técnicos que nos legó el ruso Volkoff, afincado en Francia.
No es un serial, es una lección de cine en diez capítulos.