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Una película con trenes siempre es bien recibida. Y si además está magníficamente restaurada, como es este caso, mucho mejor. En principio, este filme de Clarence Brown estaba programado como un título estándar para una película de la Universal, pero tiene algunos toques agradables, incluida una exposición práctica de cómo funcionan realmente las torres de señales y un arco bastante acertado que va de lo idílico a lo emocionante. El elenco cuenta con los papeles de Dot Farley y J. Farrell MacDonald. Es otra producción competente de la Universal que todavía funciona bastante bien, un drama ferroviario bien resuelto y producido.
Aquí Wallace Beery es un villano repulsivo, con malas intenciones y muy bien vestido para ser un trabajador ferroviario, aunque empapado de alcohol y con planes lujuriosos para la esposa de su colega. La encantadora Virginia Valli (que se retiró del cine cuando todavía era una estrella destacada, en 1931) es la dama en cuestión, mientras que Rockliffe Fellowes, que rápidamente asumió papeles menores con la llegada del sonido, es el héroe del día. También en el molde heroico nos encontramos con el joven Frankie Darro, que tiene un papel importante y que desempeña con su habitual seguridad, a pesar de que entonces sólo tenía seis o siete años. Clarence Brown (esta película está muy alejada de los temas elegantes, prestigiosos y de mucho dinero con los que solía estar familiarizado), la dirigió de manera muy competente y en su parte final supo reunir drama y suspense acertadamente. De todas formas, la escena del descarrilamiento queda un tanto pueril para los públicos actuales.
Eddie Constanti
