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Un silente "musical" que se estrenó en la Navidad de 1926, entretenimiento ligero y agradable, al menos hasta que se derrumba la trama secundaria de una virginidad amenazada. Fue otro vehículo para Colleen Moore, quien personificó a las jóvenes ardientes en una serie de comedias de la era del jazz y que nos muestra cómo esta estrella esquivó el desafío sexual de otras colegas suyas como Clara Bow y Joan Crawford.
En esta película se tiñe de rubia como una aspirante a bailarina, dedicada en cuerpo y alma a su querido padre (excelente Tully Marshall) y tentada por un boxeador local infelizmente casado. A lo largo de esta trama, ambientada en el Londres "cockney", su heroína, de clase trabajadora, muestra un buen y alegre corazón y libra un combate cuerpo a cuerpo en la calle, sube escaleras, rescata a un niño de una paliza y golpea a alguien que duda de su futuro estrellato. (Y a lo largo de cuatro números de baile, ¡Moore no cae nunca en la deshonra!)
El director, Charles Brabin ("The Mask of Fu Manchu"), crea una atmósfera adecuada del Limehouse. Sólo una secuencia, una escena romántica en una escalera, cuando Moore se da cuenta de que ama al boxeador, sirve para salvar la función. Entre las figuras que cabría destacar citaríamos a Gladys Brockwell, como la esposa borracha del héroe. El personaje de "Roseleaf", el productor que amenaza la virtud de Moore, tiene un aire antisemita que hoy nos parece ofensivo (Warner Oland se redimiría al año siguiente interpretando al padre rabino de Al Jolson en "The Jazz Singer").
(Eddie Constanti)
