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El verdadero protagonista de la película es ese melocotonero que, cuando Miss Lim es una niña, plantan sus padres al mismo tiempo que ésta cumple cinco años. "Este melocotonero será un reflejo de tu vida" --le dicen--. "Si eres buena, nacerán bonitas flores en él. Pero si eres mala...". De hecho, Miss nunca es mala en todo el metraje, sino más bien pobre y desgraciada, profundamente desgraciada.
El joven protagonista (Yan Jin), se enamora de Miss y pretende hacerla su esposa, pero topa con un muro en forma de madre, que no quiere, de ninguna forma, que su hijo se emparente con una joven de clase baja. Ese personaje, el de la madre, se nos hace tan odioso, sentada día y noche frente a la puerta de su hijo, para que no pueda salir a ver a su enamorada, que uno acaba deseándole un cólico miserere fulminante.
Película demasiado dilatada para nuestro gusto, la dirigió el mismo Bu Wancang de "Amor y deber" y "Un ramo de flores de ciruelo". Tiene un final interminable, en el que asistimos a la agonía de Miss Lim y, casi, a la de su hija, literalmente muerta de hambre. Su padre poca cosa puede hacer, ya que se ha quedado ciego mucho antes. Entre una cosa y otra, el espectador también muere lo suyo antes de que Ruan cierre por fin los ojos, no sin antes esperar la llegada de su enamorado, quien, recorriendo caminos, riachuelos y prados, a pesar de que corre mucho, no acaba de llegar nunca a su destino.
Con todo, Ruan nos demuestra una vez más que incluso sabía sacar adelante un papel como éste, tan desaforadamente al límite. La conclusión enlaza con el principio, con melocotoneros por doquier.