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Otra película codirigida por André Calmettes, procedente de aquella época en que el cine se consideraba como un espectáculo propio de gente de bajo nivel social. Para romper con esta idea, los productores acudieron a grandes actores y actrices de la escena, para dar más realce a sus películas. Aquí nos encontramos con una Sarah Bernhardt de sesenta y ocho años y muy delicada de salud, que sin embargo se brindó a interpretar a la Margarita Gautier que antaño llevó a los escenarios.
Lo cierto es que da un poco de pena verla deambular con su pierna dañada (se la amputarían poco después), sosteniéndose gracias a las sillas, el tocador, los marcos de las puertas, etcétera. De todas formas, ésta y alguna producción más son las únicas imágenes de Bernhardt que han sobrevivido y sólo por ello ya podemos considerla como un documento excepcional. El estilo cinematográfico es el propio de aquellos años: largos intertítulos que definen lo que veremos a continuación. En otras palabras, teatro filmado. Si sentís curiosidad por ver a una "divina Sarah" en sus años de decadencia, aquí tenéis la oportunidad de hacerlo.