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"Fue el sumum, aquel vivo color
naranja del sombrero en la atmósfera
cargada de humo de cigarrillos, como
en un sueño, en una escena real que
no hubiera existido jamás"
Extracto de la novela de William Irish, en la que se basa esta película de Siodmak, "La dama desconocida" (Phantom lady, 1944), que bien podría llamarse "El sombrero desconocido".
No sólo es mi película favorita del maestro Siodmak, sino mi 5º película favorita de todos los tiempos. ¿La razón? Hay muchas.
En primer lugar, si el cine negro es propenso a condensar profundidad sicológica y argumental, abstrayéndolo a imágenes, aparentemente sencillas, esta película es uno de los mejores ejemplos.
Es abstracta, porque todo está en las imágenes. Siodmak ya había realizado en América un par de películas, pero fue con ésta, con la que explosión toda su capacidad. Utilizando una iluminación UFA (expresionista), redujo al abstracto todo el mundo de Nueva York, con sus bares llenos de humo, su metro, sus solitarias calles nocturnas, y utilizando de modo abstracto también a los actores, y al propio argumento.
En su momento se criticó la elección de Ella Raines (la actriz protagonista), alegando que era tan bella como ineficaz. Nada más lejos de la realidad. En el argumento, ella es como un ángel internado en el infierno de la noche, para descubrir al verdadero asesino, y salvar al hombre del que está enamorada.
Pero, aunque la película se centra en la dama desconocida, la única coartada que puede salvar al hombre inocente, Ella Raines, con su extraña interpretación, su sádica sonrisa, y su extraña mirada, acaba convirtiéndose en la auténtica Phantom Lady.
Por otro lado, en la novela de Irish, al asesino se le descubre al final, y en la película de Siodmak, se le descubre mucho antes. Para mi, esto es otro acierto, pues, como Hitchcock decía, cuando le proporcionas información al público, el suspense es mucho mayor: sabemos cuál es el asesino: ¿Cuánto tardarán en atraparle?
Y además nos sirve para que Franchot Tone (tan abstracto como todo lo demás), haga una genial interpretación de un paranoico.
Si a esto sumamos que Siodmak aprovecha la menor oportunidad para crear magia con la luz y con la sombra (escena de la visita a la cárcel, escenas de persecuciones en la noche, secuencia de la Jam session), la pelicula acaba instalándose, sin remedio, obsesivamente en nuestra memoria.
Atención a la secuencia de la jam session: el largo redoble que el batería realiza es la metáfora de un orgasmo. Otro toque abstracto.