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En 1928 Durand emprendió el rodaje de "La femme rêvée", una película aún más ambiciosa que sus producciones anteriores, que se rodó en Andalucía, Niza, la Camarga y París, protagonizada por estrellas como Arlette Marchal, Alice Roberts, Charles Vanel y el legendario bailarín Harry Pilcer, socio de Mistinguett. La película abunda en secuencias espectaculares con las que el cineasta se entusiasma: la feria de Sevilla y la fuga de una manada de toros durante una tormenta eléctrica. Las tomas parisinas nos muestran la piscina y el salón de té del Lido, una carrera en el circuito de Montlhéry, una recepción donde podemos admirar las creaciones de alta costura de la casa de moda Jenny, y el espectáculo del Casino de Paris, en un final abrumador filmado en el hall del famoso music-hall donde, en el mismo período, Harry Pilcer fue el observador de la revista "Paris qui chante".
Así, al margen de la trama, que no carece de un encanto agradablemente anticuado (un hombre enamorado de dos mujeres imagina que puede amarlas juntas y convertirlas una especie de híbrido amoroso...), "La femme rêvée" puede considerarse el apasionado testimonio de un cine mudo aún vinculado a sus principios formales: belleza plástica y gusto por el exotismo, fotogenia de paisajes y de seres humanos.
Libremente inspirada en la novela del gran periodista José Pérez de Rozas (1882-1959), con un prefacio de Vicente Blasco Ibáñez, "La femme rêvée" se coloca en la línea dramatúrgica de esas obras que, en los años veinte, cautivaron (y a veces escandalizaron) a la opinión pública, sensible a la evolución de las costumbres tras el trauma de la Gran Guerra. En forma de un drama burgués aparentemente anodino (esposo, esposa y amante...), Jean Durand aborda temas candentes: la libertad de las mujeres, la posibilidad de un triángulo doméstico, los placeres prohibidos del mundo nocturno, etcétera.
La película se beneficia de un prestigioso elenco, encabezado por un Charles Vanel que acababa de distinguirse, en Berlín, en el papel del Napoleón dirigido por Karl Grüne ("Waterloo"). A su lado, Alice Roberts, la joven primera mujer, también elegida por Georg Wilhelm Pabst para encarnar en "Die Büchse der Pandora", a la condesa sulfurosa Geschwitz, y la escultural Arlette Marchal, que podría considerarse una diva desde 1927, gracias al papel de "La castellana del Líbano", la película de Marco de Gastyne adaptada de la obra de Pierre Benoit. Y luego vemos apariciones de artistas muy queridos por Jean Durand, como el gran bailarín de flamenco Vicente Escudero, y el que había presentado el charleston en Europa, Harry Pilcer.
