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Sensible y acertado retrato de costumbres que nos llega desde la cinematografía silente británica, dotado de ese característico toque tal vez algo frío, pero meticuloso y reflexivo.
El propietario de esa granja que se cita en el título se queda ciego y en ese momento su esposa se rendirá a sus deseos y le engañará sin tapujos con un amigo de ambos. Al mismo tiempo, una joven vecina que siempre ha admirado la bondad del granjero se ofrecerá como sirvienta y entrará en la vida de esa pareja desestructurada.
Pausada y vívida, la película cuenta con una excelente interpretación del cuarteto protagonista y examina sus actos cotidianos con la maestría del bisturí de un buen cirujano, hasta llegar a un desenlace donde cada uno de los peones que se mueven dentro de la historia recibirá lo que el destino y sus propios actos han cosechado.
Eduard José Gasulla
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Esta película de 1922 está basada en una novela de 1911 de Warwick Deeping. La historia presenta a Jesse Falconer (Guy Newall), un hombre fatalista que dirige una granja en ruinas y está casado con una acosadora molesta (Barbara Everest), quien habitualmente se burla de él. Falconer se niega a preocuparse por lo que está destinado a ser, pero en el fondo es un hombre sentimental.
Los Wetherells son sus vecinos, encabezados por un padre cruel y abusivo que golpea a sus hijos con regularidad. Su hija mayor Ann (Ivy Duke) es un alma gentil que no tiene poder para detener los abusos de su padre. Cuando se encuentra con unos chicos del pueblo que abusan de un perro, interviene y es atacada por el chico mayor. Falconer pasa por allí y rescata a Ann y al perro. Éste se une instantáneamente a Falconer, pero la esposa amenaza con deshacerse de él. Después de que Falconer quede ciego en un espantoso accidente agrícola, la esposa se hace cargo de la granja y se embarca en una aventura con otro hombre.
Guy Newall, también director, tiene una sobresaliente actuación. Él e Ivy Duke estaban casados cuando se realizó el filme. Luego se separaron y en 1937 murieron ambos. Una película lenta, sombría y bellamente realizada.
