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Nueva ración de Gran Guerra, pero esta vez desde la visión francesa. Película que basa su argumento en el honor elevado hasta extremos límite. Drama generacional con padre militar estricto e hijo que comete el "terrible" pecado de casarse con una alemana y vivir en ese país con ella. Recordemos que esos pecados, en la época en que gira el filme, eran motivo de quiebra familiar. Y mucho más cuando, como en este caso, el hijo díscolo se nacionaliza alemán, es decir que no le quedará más remedio que luchar contra los suyos por nacimiento (incluido el padre). La debacle está servida.
Buena parte del relato está filmado en interiores, aunque asistimos a media docena de secuencias documentales de bombardeos, trincheras y ataques de uno y otro bando. Interpretación correcta, sin mucha gesticulación, y excelente uso de la luz. Tiene un final inesperado y lleno de dramatismo. Ah, un detalle sin importancia: a fuerza de ver este lote de películas patrióticas belgas y francesas, empezamos a conocer visualmente a los actores y actrices de las mismas, por más postizos y miriñaques que utilicen. ¿Eso debe ser malo?