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La morte che assolve


General

Titulo original: La morte che assolve
Nacionalidad: Italia
Año de producción: 1918
Género: Drama

Otras personas

Director: Alberto Carlo Lolli
Escritor: Francesco Serravalle
Productor/Estudio: Raggio Film
Compositor:
Fotografia: Mario Bacino

Funcionalidades

Duración: 50
Pistas de idioma: Muda
Idiomas de los subtítulos: Castellano
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: DVD
Soporte: x264
Tipo archivo: MKV
Calidad imagen: Excelente
Peso: 800 Mb

Reparto

  • Elettra Raggio
  • Ermete Novelli
  • Giulia Frampolesi-Accoreti
  • Ettore Piergiovanni

Sinopsis

Maddalena es obligada a casarse con el usurero Renato Falco. Cuando ella tiene una hija, Renato la abandona y la pobre madre se ve obligada a trabajar como criada. Contrae la tuberculosis y muere. Su hija es adoptada por una americana rica y, pasados los años, la figura del usurero, su padre, aparecerá de nuevo en escena.

Comentarios

Nos llega recién restaurada esta película que cuenta con suficientes valores como para tenerla en cuenta. Una madre, su muerte y luego su hija, que veinte años más tarde se enfrentará con el causante de la desaparición de su progenitora, en estas tres premisas discurre la acción del filme, que significó el punto final de la carrera del gran actor escénico Ermete Novelli y la consagración de Elettra Raggio, la antidiva por excelencia.

Bien dirigida por Alberto Carlo Lolli, con buenas ambientaciones y un fondo musical compuesto para esta restauración, "La morte che assolve" no disimula su vocación de drama de tomo y lomo, pero sabe alternar momentos de casi insoportable tensión con otros intimistas y románticos. La realización de Lolli no es "plana" ni mucho menos y contiene algunos detalles de cuidada composición. El final queda bruscamente cortado, previsiblemente por falta del material de cola, pero la idea en que se basa la historia no puede ser más diáfana: la venganza siempre llega, aunque a veces han pasado tantos años desde que el malvado cometió el atropello, que cuando aparece la venganza del destino, ese hombre haya cambiado tanto que ya no merezca acabar así.

(Eddie Constanti)