Comentarios
Tenemos el enorme placer de presentaros una restauración que nunca pensábamos ver. Contábamos con algunas escenas muy defectuosas de la película, pero ni siquiera con la más osada de las imaginaciones llegamos a suponer que tendríamos en nuestras manos y ante nuestros ojos esta maravilla. Os la presentamos recién ripeada, con música compuesta ex profeso y una calidad de imagen más que decente. Un milagro.
Recordad: estamos en 1916.
Ese año, Lois Weber (de quien ya ofrecimos un corto ciclo) y su por entonces marido, Phillips Smalley, deciden llevar a la pantalla una adaptación de la ópera "Masaniello", de Auber, pero centrándose en el personaje de Fenella, la hermana del protagonista. ¿Quién es la elegida para dar vida a esa joven muda? Ni más ni menos que la divina Anna Pavlova. Un breve inciso: Masaniello es un joven pescador que consigue que la gente de Portici se subleve contra las taxas desmesuradas que impone el virrey, un español vicioso y déspota. La hermana de Masaniello, Fenella, muda de nacimiento, tiene un breve romance con el hijo mayor del virrey quien, cuando ha conseguido lo que deseaba, la abandona. A partir de este momento, el pueblo arremeterá contra el infame gobierno.
Pavlova, que aquí contaba con treinta y seis años, es el alma de la película. Baila no sólo con los pies, sino con el cuerpo entero, con la mirada, con cualquier gesto cotidiano; al ser muda, debe expresar todos sus sentimientos con brazos, cabeza, torso, piernas... Es delgada como una pluma, etérea cuando queda suspendida en el aire; su sonrisa también parece flotar con cada pirueta. Cualquier calificativo para ella sería superfluo.
Pero Weber no se queda atrás. Su cámara se mueve por medio de aproximaciones y alejamientos sobre rieles, construye travellings impensables, abre el campo para ofrecer una visión panorámica de la escena... todo un despliegue de inventiva y creatividad porque, recordad, estamos en 1916. La secuencia de la toma de palacio por parte de la población y luego las posteriores imágenes, son una muestra de lo que os decimos.
Espectacular y al mismo tiempo intimista, las escenas de masas se manejan con una precisión milimétrica. Los exteriores junto al mar son preciosos y la Pavlova es azotada, humillada, transportada como un alfiler... y siempre con la danza en sus pies, sobre la tierra, sobre la arena, sobre el pavimento de palacio.