Comentarios
Por un lado, estamos ante un film que se basa enteramente en los diálogos que los diversos personajes establecen entre sí, siempre por parejas. La acción no avanza al ser mostrada sino al ser contada por los unos a los otros. Por otro, estamos ante un film mudo, lo que quiere decir que los "supuestamente" prolijos diálogos son mostrados a través de rótulos insertos. La conclusión parece a todas luces evidente: debería haber más cantidad de rótulos que de imágenes de los actores. Pero en realidad no es así: una vez pasados los primeros minutos, cuando toda la información netamente verbal ha sido transmitida, el diálogo se desarrolla más gracias a la imagen y el encuadre que a la estricta aparición de rótulos. (...)
La operación estética de Ozu en este film no podría ser más premeditada si no fuera porque en realidad da lo mismo que haya sido fortuita. Cargar todo el peso del texto en la palabra para, una vez que partimos de un medio en el que la palabra no puede ser escuchada, hacer que todo su sentido se transmita a la imagen. De este modo, la mudez de la pelicula es directamente proporcional a su densidad: todo habla en la imagen en cuanto que no escuchamos lo que dicen o en cuanto que tenemos que esperar unos segundos para ver su palabra en un rótulo.
Luis Alonso