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La olvidada de Dios


General

Titulo original: The Woman God Forgot
Nacionalidad: Estados Unidos
Año de producción: 1917
Género: Melodrama

Otras personas

Director: Cecil Blount DeMille
Escritor: Jeanie Macpherson; William C. de Mille
Productor/Estudio: Famous Players-Lasky Corporation; Artcraft Pictures Corporation
Compositor:
Fotografia: Alvin Wyckoff; Charles Schoenbaum

Funcionalidades

Duración: 77
Pistas de idioma: Muda
Idiomas de los subtítulos: Castellano
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: SAT
Soporte: DivX
Tipo archivo: AVI
Calidad imagen: Buena
Peso: 1,2 Gb

Reparto

  • Wallace Reid
  • Hobart Bosworth
  • Raymond Hatton
  • Theodore Kosloff
  • Walter Long
  • Julia Faye

Sinopsis

En 1519, el conquistador español Pedro de Alvarado es el emisario de Hernán Cortés ante Moctezuma, rey de la ciudad azteca de Tenochtitlan. Una de las hijas de Moctezuma, Tecza, se enamora del emisario, provocando los celos de su prometido, Guatemoco. Una vez Alvarado es encerrado en prisión, los españoles inician el asedio de la ciudad. Tecza salva a Alvarado de ser sacrificado, la cual entrega Tenochtitlan a los conquistadores, quienes comienza así la conquista del Imperio Azteca, bajo las órdenes de mismísimo Hernán Cortés...

Comentarios

Aquí tenemos al señor DeMille con uno de sus vistosos pastiches histórico-religiosos. DeMille , según mi modesta opinión, tomaba un acontecimiento sucedido en el pasado, lo rebozaba con altas dosis de espectáculo, un buen baño de xenofobia, un porrón de rancia moralina, alguna que otra gota de sexo (¡sí, sí, de sexo!, o si no, ¿qué hacía Claudette Colbert bañándose en leche de burra?) y lo adornaba todo con un par de hojitas de machismo. El cóctel estaba servido: película para la gran masa, inevitablemente biempensante, por supuesto. ¿Cuál era su parte "buena"? Ya lo hemos dicho: el gran espectáculo. Es fácil tragarte una película de DeMille si te fijas sólo en el movimiento de miles de extras y en la grandiosidad de los decorados. ¿La veracidad histórica? Eso es lo de menos. Considéralo como un tebeo y disfruta como un niño, sin profundizar, claro.
Ahora os preguntaréis por qué os traigo algo que, en principio, tiene todo el aspecto de ser negativo, a nuestro foro. En primer lugar porque hay muchas personas a quien les chifla la obra de este director y debemos respetar el gusto de todos. En segundo, porque se trata de un título inédito en nuestros lares, restaurado y con virados de colores (¡y porque un DeMille no deja de ser un DeMille, caramba!). Y en tercer lugar porque si optáis como yo, disfrutando de los "añadidos" personales del autor, lo pasaréis mejor que viendo la colección completa de Mortadelo y Filemón.
Porque aquí, digámoslo enseguida, DeMille riza su propio rizo. Tomauno de los episodios más sangrientos de la colonización, el exterminio de la nación azteca a manos de Hernán Cortés y la desmenuza hasta extremos delirantes. Maravilla de maravillas, los españoles dialogan fuidamente con los indios aztecas como si ambos tuviesen la misma lengua madre; Pedro de Alvarado, mano derecha de Cortés, que fue uno de los personajes más brutales de la represión indígena, aquí es un bello capitán enamorado de la hija de Moctezuma, muy repeinado y algo tímido; la corte del emperador azteca es lo más parecido al jardín de un sultán: odaliscas bañándose en piscinas "avant la lettre" y la princesa cultivando rosales con primor; un sumo sacerdote que cada vez que debe sacrificar a una virgen babea de gusto; cuando la princesa ve la cruz en el cuello de Alvarado, exclama: -- "¡Quiero ser tu cristiana!"; etcétera.
Por momentos, parece que DeMille defiende la actuación de las tropas de Cortés y sus barbaridades; luego hace un conato de mostrar la otra parte de la historia, la de los aztecas; al final, como no parecía decidirse muy bien por qué partido tomar, concluye el estampado con un final postizo entre Alvarado y la princesa. Situémonos: a ella le han matado a su padre y a toda la nación azteca. Él, acabada la lucha, la busca y la encuentra perdida por las montañas. "¡Déjame! --dice ella--. En mí sólo hay odio." "No, en ti hay una pasión mucho más fuerte --responde Alvarado--: ¡el amor!" Fin de la película y a por "Los diez mandamientos".
Dos palabras más y termino. La protagonista es Geraldine Farrar, heroína-fetiche de varias películas de DeMille (por cierto, era soprano antes que actriz). Alvarado es Wallace Reid, "el más perfecto amante de la pantalla", como se le llamó (murió a los 32 años por algo tan poco romántico como una gripe, complicada con su adicción a la morfina, que le recetaron tras un accidente en un tren).
En serio, no os la perdáis. Dentro de su desfachatez, es sublime.