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Esta copia parece ser la versión inglesa, que era algo más reducida que la original y contaba con subtítulos redactados por el propio Ridder Haggard.
Pensándolo bien, no sé si esta versión es la inglesa o no. El título inicial es de la versión inglesa, pero los rótulos son franceses, y parecen antiguos. Puede ser una versión restaurada hecha de trozos de diferentes copias. Con estas pelis antiguas nunca se sabe... En una web de cine austriaca figura una duración de 85 minutos, mientras que esta copia dura 103 minutos. En el archivo cinematográfico austriaco indican que se ha restaurado en 2005, pero en esta copia figura (al final) la fecha de 1998. En fin, un lío.
Se trata de una superproducción austriaca que arrasó en Europa en 1924, hoy totalmente olvidada e inencontrable. En IMDB no tiene ni comentario, lo que sugiere que la ha visto muy poca gente. Es una digna compañera de "La mujer del faraón" (1922) de Lubitsch y sobre todo de "Los diez mandamientos" (1923) de Cecil B. Demille a la que según algún comentario, supera en efectos especiales.
En 1924, Alexander Korda y su mujer ingresaron en la productora Sascha Kolowrat, al comprender que poco podía hacer la compañía Vita contra su potente rival. Poco después, entre el conde Kolowrat, Michael Curtiz, Alexander Korda y el guionista Ladislaus Vadja se comenzó a gestar lo que sería la producción austríaca más cara de su breve historia y el film que les daría fama mundial a todos ellos. Kolowrat buscaba dar una respuesta europea a los diez mandamientos de De Mille. Alguien propuso adaptar la novela de H. Ridder Haggart The Moon of Israel (1918), que trataba algunos de los pasajes bíblicos sobre Moisés como un relato de aventuras románticas, y comenzó el trabajo.
El conde Kolowrat puso a disposición del proyecto todos los medios disponibles en su compañía y garantizó la distribución del film en Inglaterra, permitiendo la colaboración de una compañía británica, Stoll Films. Asimismo, además de supervisar el buen funcionamiento de todos los preparativos, el conde se encargó de crear los complejos efectos especiales que precisaba la historia.
Ladislaus Vadja adaptó la novela de Haggart, Alexander Korda se hizo cargo de la producción y Michael Curtiz de la dirección, con un adjunto llamado Arnold Pressburger, que era un director artístico impuesto por Stoll Films. Siendo Korda productor, fue irremediable la presencia de Maria Corda en un hinchado reparto en el que llegaron a intervenir hasta 5.000 figurantes.
La luna de Israel (Die Sklavenkónigin/ The Moon of Israel, 1924) fue un verdadero éxito. En Austria e Inglaterra arrasó, al igual que hizo en todos aquellos países donde fue exhibida. También pudo hacerlo en Estados Unidos, pero el estudio Paramount, que había comprado los derechos de distribución del film, prefirió no estrenarlo por temor a que resultasen eclipsados Los diez mandamientos de De Mille. Finalmente el estreno americano se produjo en 1927 a cargo de la modesta FBO Pictures, precursora de la RKO. Por entonces Los Diez Mandamientos había terminado su carrera comercial, y Michael Curtiz ya estaba trabajando en Hollywood
La aclamada película tuvo efectos inmediatos entre todos sus creadores: al conde Kolowrat le dio el prestigio suficiente para que otras compañías europeas quisiesen producir proyectos de gran envergadura con él; Alexander Korda, con interesantes ofertas bajo el brazo, viajó a Hollywood y, más tarde, se estableció en Londres, lugar que se convertiría en el centro de operaciones del resto de su carrera; y Curtiz, además de recibir las mejores críticas, reforzó su posición de realizador estrella de Sascha Kolowrat. Poco después, La luna de Israel terminaría proporcionándole además el contrato más importante de su carrera, con la Warner Bros.
Durante uno de sus viajes por Europa en busca de nuevos talentos, Harry M. Warner, oyó hablar de la película, "Die Sklavenkönigin" con incesantes elogios. Sin tardar, se hizo con una copia de la película y luego de verla con su hermano Jack, en los Estudios Warner Bros., de inmediato envió un cable al director, Mihaly Kertesz, ofreciéndole uno de los contratos más largos y beneficiosos que haya podido obtener director alguno. Al llegar a Hollywood, su nombre sería americanizado como, Michael Curtiz... y ya el resto es historia. Después de haber hecho en Europa (Hungría, Austria, Alemania), cerca de 80 películas, en EE.UU. haría un total de 101 filmes, gran parte de ellos de altísima calidad.