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Primera colaboración entre Browning y Chaney
La versión disponible de The Wicked Darling es incompleta: sólo 59 minutos de un total de 74. Aún así, está editada en DVD.
"La rosa del arroyo/alcantarilla" (título que recibió en España), es la crónica turbia, patética y sin esperanzas de una joven inmersa en el submundo de los robos, del chantaje y de la maldad, cuyo más próximo horizonte es la miseria y el desencanto. Cuando entra a robar en casa de un hombre rico que, por circunstancias de la vida, se ha arruinado, un mundo de ensueño se apodera de ella (Mary) al ver aquel lujo que desconocía. Ahí empezará su calvario, con unos detonantes que son, a saber, el acuerdo al que llega con el citado rico/pobre, un familiar con el que vive, que tiene concomitancias inequívocas con el Fagin de "Oliver Twist" y "Stoop" Conners, el chorizo de bajos vuelos que, en el fondo, desearía ser su macarra.
Tragedia urbana que a veces roza el mismo crimen, esa "rosa" no conseguirá despegar de tanta suciedad hasta que alguien se decida a sacarla del fango y le dé la oportunidad de hacer valer la bondad que lleva en su interior. Browning retrata ese cuadro de bajezas con mirada certera: garitos donde la gente pierde el sentido ahogada en mal licor, trapicheos cada segundo, engaños en cada esquina, seres que apenas son humanos porque el guión nos asegura que así es. Un espectáculo donde la ley, encarnada por esos agentes amargados y sarcásticos, no queda demasiado bien parada.
Excelente Priscilla Dean en un papel que requería de mil matices para hacernos ver la mujer que podría --y que le impiden-- ser. Chaney perfecto como taimado bribón y la perla de la película sale de boca de la dama de la alta sociedad que ha esquilmado al rico/pobre y que ahora, cuando éste se ha arruinado por su culpa, no quiere casarse con él: "Por respeto a mi madre, no podría casarme con un pobre". Todo un curso acelerado de egoísmo en unas pocas palabras.
