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La senda del 98


General

Titulo original: The Trail of '98
Nacionalidad: Estados Unidos
Año de producción: 1928
Género: Acción

Otras personas

Director: Clarence Brown
Escritor: Benjamin Glazer; Waldemar Young; Joseph Farnham; Robert W. Service
Productor/Estudio: Metro Goldwyn Mayer
Compositor: William Axt; David Mendoza
Fotografia: John F. Seitz

Funcionalidades

Duración: 87
Pistas de idioma: Muda
Idiomas de los subtítulos: Castellano
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: DVD
Soporte: x264
Tipo archivo: MKV
Calidad imagen: Buena
Peso: 1,3 Gb

Reparto

  • Dolores del Rio
  • Ralph Forbes
  • Karl Dane
  • Harry Carey
  • Tully Marshall
  • George Cooper
  • Russell Simpson
  • Emily Fitzroy
  • Tenen Holtz
  • Cesare Gravina

Sinopsis

La acción transcurre en el año 1897, donde cazadores de fortuna que vienen de todo el país se dirigen hacia la zona de Klondike en el Yukón para buscar oro, en un largo y peligroso viaje que pone a prueba a los aventureros.

Comentarios

(...) En cuanto a THE TRAIL OF’ 98, el film más caro de toda la trayectoria muda del director (nada menos que dos millones de dólares de presupuesto), destaca por la filmación en los parajes naturales de Alaska, por su visión colectiva de la epopeya del oro, por su sentido del humor, así como por espléndidas secuencias, tanto las casi puramente documentales de la emigración como las de acción propiamente dichas. A destacar una de las peleas más memorables del cine silente (junto a la ferocísima de WILD ORANGES [1924], de Vidor), de un realismo sucio y descarnado, pocos años antes de que Hollywood estilizara los puñetazos como si fueran caricias.

Fernando Usón
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Juan Carlos Vizcaíno Martínez en el Nº 504 (noviembre de 2019) de la revista Dirigido por... escribió:
La senda del 98
Clarence Brown (1928)

EN ESE 1928 DE TANTA RIQUEZA cinematográfica surge La senda del 98, ambiciosa producción de Clarence Brown, situada en el periodo de mayor fulgor de su carrera. Rodada para la habitual Metro Goldwyn Mayer, plasmará la odisea de un grupo de esperanzados ciudadanos norteamericanos, acudiendo a la llamada del oro a finales del siglo XIX, centrando la misma en la zona del Klondike en el Yukón. Una sencilla premisa —el anuncio de la aparición de oro—, a partir de la cual Brown presentará una galería de seres, decididos en sublimar las limitaciones de sus vidas y, por ello, animados en embarcarse en una aventura tan peligrosa como ilusionante.

Desde el primer momento, y aún a costa de renunciar a un estudio de personajes, la película se dirime en su descripción del proceso de llegada de esta masa de seres a su deseado objetivo. Unos breves flashes irán situando el marco de donde proceden los expedicionarios, tripulando el buque que los traslada, desde San Francisco, al puerto de donde partirá su verdadera odisea. En ese traslado, la cámara apenas se detendrá en la joven pareja formada por Berna (Dolores del Río), que acude acompañada por su tío invidente, y Larry (el apergaminado Ralph Forbes), un polizón. Pronto surgirá el romance entre ellos, prolongado cuando los pasajeros se dirijan al puerto de llegada, desde donde se iniciará la penosa expedición de los embarcados. Todos sufrirán largas distancias, surcando ríos y aguas situadas en los pies de valles, padeciendo la violencia de aludes de nieve, plagas de mosquitos o, finalmente, la virulencia de los rápidos del río tras el deshielo. Cuando todo parecía resuelto para sus supervivientes, la llegada al Klondike supondrá una tremenda decepción, al constatarse la ausencia de oro, e iniciándose un incesante éxodo en sus moradores. Pese a ello, los recién llegados perseverarán, focalizando la acción en la pareja protagonista, y la influencia negativa que ejercerá el arrogante Locasto (permitiendo al gran Harry Carey una inusual performance de villano), centrará en su pugna para poseer a Berna. Solo lo conseguirá en la ausencia de Larry, pero que al regreso de este —ya enriquecido con el oro—, revertirá en un violento enfrentamiento entre ambos.

La senda del 98 se resiente del escaso apego suscitado por Brown hacia sus personajes, apenas esbozados en la pareja de jóvenes, y el trío de buscadores, comandado por un hombre tosco, al cual engaña con facilidad uno de sus socios. Aunque la crítica del momento ya reseñara dicha circunstancia, ante la fría acogida recibida en el momento de su estreno, hay que tener en cuenta que la copia hoy disponible es la aprobada por Metro para ser exhibida, incorporando elementos sonoros, y reduciendo su duración original de 127 minutos a 87. Es muy probable que, dada dicha amputación, cayeran de la mesa de montaje importantes detalles de sus subtramas. Y es que, como destaca la historiadora Carmen Guiralt, en el estupendo y reciente estudio monográfico sobre la obra del director editado en España, la película registró un rodaje muy accidentado, sufriendo varios muertos, y quedando finalmente como el mayor desastre financiero del estudio en aquel tiempo. Pese a sus críticas desfavorables, considero que se trata de un título espléndido, superando esa amputación de casi 40 minutos. Su trazado asume una circunstancia común al mejor cine silente, la capacidad que mantenían en aquel tiempo, quintaesenciando en cada plano el conjunto del relato, y soportando, por ello, la amputación parcial de su metraje. Por eso, su estructura quedará envuelta de fisicidad, y la capacidad palpable, de expresar con simples planos el máximo de emociones.

Clarence Brown concibió esta epopeya como un relato revestido de dureza, quedando en primer plano ese esfuerzo colectivo. Esa lucha contra la adversidad, que definirá la aventura de estos seres, parte de los cuales perecerán por el camino. No se trata, por otra parte, de nada nuevo a este respecto, dentro del cine USA, reflejando cierta herencia de Griffith. Su fuerza, reside en la intensidad y autenticidad con las que son descritas las penalidades sufridas por la numerosa expedición, sin faltar un toque de comedia —centrada en las andanzas y picarescas del trío de socios—. El espectador contemplará cómo los exhaustos peregrinos del oro apenas pueden trasladarse por esos ríos y pantanos que aparecen como verdadero suplicio. Aún uno se asombra de la veracidad que preside la secuencia del alud, todo un portento de puesta en escena, que a punto estuvo de costar varias vidas, o la dureza que desprende ese ascenso por una imponente montaña nevada. A ello le sucederá la fuerza del deambular de las pobres balsas, por los veloces y peligrosos rápidos, del río que recoge el fruto del deshielo —apenas detecté un momento rodado con transparencias—.

Esa apuesta por la autenticidad al mostrar la fisicidad del relato se prolongará al llegar al Klondike, en especial al final de la película. En ese tramo, contemplaremos pasajes deslumbrantes. Como el más bruto de los expedicionarios, destrozará literalmente la oficina de legalización de minas, protestando contra los turbios manejos de Locasto. Este protagonizará, asimismo, un momento escalofriante, en su encuentro con Berna, decidiéndose a violarla, mientras la cámara describe un travelling sobre la asustada muchacha, fundiendo en negro. La senda del 98 asumirá una doble catarsis. La primera, el tenso episodio donde el socio del yacimiento, huirá en plena tempestad, dejando a Larry enfermo en la tienda de campaña. Inadvertidamente, se dejará esos fósforos que le permitirían encender un fuego, comprobando con horror la inminencia de morir en plena helada. La inquietud irá en aumento al caer el árbol en que se refugia y, aunque se resguarde en él, el plano general nos mostrará cómo se acercan peligrosos animales, dispuestos a devorarlo. Brown culminará el aterrador pasaje con un primer plano de este sobrepasado, mientras se sobreimpresionan lejanos recuerdos familiares, donde prometía volver con riqueza de estas tierras. La película de Clarence Brown aún mostrará su definitiva catarsis en esa brutal pelea entre Locasto y Larry, de incontenible crueldad, culminada con el incendio del lugar donde ambos se encuentran. Metáfora sobre la imposibilidad de mantener un mundo basado en la avaricia y la codicia.