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Tenemos a Hart fuera de las praderas, alejado de su fiel caballo y ajeno a problemas entre vaqueros y pistoleros. Ésta vez se mueve en una pequeña población donde casi todo el mundo depende del amo de una fábrica y donde la sirena de la misma reglamenta la vida de todos los habitantes. Esa sirena será el instrumento del destino que llevará al protagonista a tomarse la justicia por su mano por la muerte de su hijo. Sin embargo...
Ese "sin embargo" vuelve a englobar la naturaleza de bondad que el personaje de Hart guarda en su interior. Y una vez más, pasados los años y con la venganza cumplida, dicha bondad le obligará a recapacitar y aceptar el castigo que merece por su acción que, a todas luces, en el momento en que la realizó, era perfectamente disculpable.
Dirigida por Hillyer, es una película sensible y bien tramada, con el concurso de un Hart que nos demuestra una vez más el porqué de su formación shakespeariana, su economía de gestos, incluso en los momentos más emotivos, y la conducción hacia un final lógico pero que requiere de un gran valor para afrontarlo.
(Eddie Constanti)